Foto: Antonio Navarro Wijmark
Disfrutar de la soledad significa saber regresar a uno mismo. Regresar a aquella fuente de serenidad y de paz interna que todos anhelamos y que muy pocos alcanzamos. Sílvia Congost lo saben bien, y lo explica con detalle en su nuevo libro “A solas”. Un libro antológico que explora en profundidad uno de los miedos más antiguos y más atávicos del ser humano y, a la vez, tan sumamente crucial para el bienestar de uno mismo.
Lo que más sorprende del nuevo libro de esta psicóloga de éxito no es, precisamente, la parte psicológica. Aunque el análisis del miedo, del significado, de las consecuencias y de las virtudes de estar con uno mismo quedan más que resueltas, la nueva obra de Congost conmueve, sacude y va directa a la parte más espiritual del lector, que encontrará en la segunda parte de “A solas” un auténtico bálsamo para el alma, si se atreve a abrir la puerta y a atravesar su propia soledad para ver qué le espera después.
Sílvia nos confiesa que éste ha sido un libro difícil de escribir, pero, a la vez, un proceso muy bonito que hace mucho tiempo que quería emprender. Desde hace 17 años, pasa consulta especializada en dependencia emocional y todos los pacientes que tienen que enfrentarse por fuerza a la soledad le preguntaban “¿y cómo lo hago?”. Así que sabía que tenía que escribir sobre eso, para dar herramientas para aprender a estar a solas, tengamos o no tengamos pareja.
Has escrito un libro sobre la soledad, pero es un error interpretar estar solo con el hecho de no tener pareja, ¿verdad?
Claro, todos deberíamos encontrar espacios en los que podamos encontrarnos con nosotros mismos, porque es aquí cuando podemos crecer, conocernos más y evolucionar, pero sí que tendemos a relacionar el quedarte sin pareja con quedarte solo. Y este es el problema. Porque estar sin pareja simplemente significa eso, que no tienes pareja, pero no equivale a estar solo. Y, de hecho, la parte social en el ser humano es muy importante. Somos seres dependientes y necesitamos relacionarnos con otros seres humanos. Así que, si nos quedamos sin pareja, tenemos que nutrir la red de contactos que tenemos para crear conexión con otras personas.
De alguna forma, ¿todos estamos solos?
Yo creo que el ser humano es un cerebro encapsulado en un cuerpo. Eso significa que, lo que yo vivo, solamente lo vivo yo, tú puedes hacerte una idea, pero no puedes sentir lo mismo. Así que sí, de alguna forma, todos estamos solos.
Sin embargo, todo está conectado. Si miras hacia adentro, nuestro cuerpo está hecho de átomos y de moléculas, de igual forma que está hecha esta mesa o el suelo que pisamos… Así que, en otro plano, todo es parte de lo mismo. Cuando lo miras con un poco de perspectiva, llegas a la conclusión de que la soledad no existe. Cada uno vive su propia experiencia, pero debemos tratar de buscar siempre esos vínculos.
El miedo a la soledad tiene un origen biológico
Sin embargo, nos aterra estar solos. ¿Por qué, ese miedo tan atroz?
El miedo a la soledad tiene un origen biológico. Desde que estábamos en las cavernas hace millones de años, el ser humano aprendió que ser expulsado de la tribu podía significar peligro de muerte, porque podía ser devorado por un depredador o enfrentarse a distintos peligros. Tenemos una parte reptiliana del cerebro en la que ha quedado esto impregnado, así que nuestro cerebro interpreta, cuando tu pareja te rechaza o te abandona, que eso es igual a peligro de muerte. Por eso, a veces, lo vivimos con tanto drama pensando que nuestra vida ya no tiene sentido. Pero, si esto pasa, significa que tenemos algo mal entendido.
También hay una parte social: nuestra sociedad, nos transmite constantemente que podrás considerarte una persona exitosa cuando cumplas determinados requisitos, entre los cuales está el de tener pareja. Si perdemos algo de eso, podemos caer en pensar que no somos valiosos y en mermar nuestra autoestima.
Este miedo a la soledad y esta urgencia de encontrar a un nuevo alguien, ¿hace que nos conformemos con una persona que no acaba de encajar?
Claro, este es el problema. Muchas veces, podemos generar una dependencia emocional. Preferimos malo conocido a bueno por conocer, y eso es un poco grave, porque toleramos cosas intolerables y por miedo a no encontrar nadie más y a volver a caer en al agujero negro de la soledad, nos quedamos con personas que no nos suman.
Está claro que la presión social no nos ayuda con eso…
En absoluto. Recuerdo el caso de una chica médico de gran éxito profesional, a la que ascendieron, y su padre le dijo “yo, lo que quiero, hija, es que encuentres pareja”. O sea, ni me alegro. Debemos tratar de entender la soledad de otra forma y no estigmatizarla.
Debemos tratar de entender la soledad de otra forma y no estigmatizarla.
En ese sentido, palabras tradicionales como “solterona”, también hacen mucho daño.
Claro, es que, fíjate. La mujer que queda soltera a determinada edad es una solterona, mientras que el hombre es un partidazo. Porque a un hombre más maduro, le atribuimos más prosperidad económica, mientras que la mujer parece un desperdicio.
¿No saber estar solo es un símbolo inequívoco de falta de autoestima?
Yo creo que va muy vinculado, sí. Porque tener la autoestima baja significa pensar que no somos suficientemente valiosos o importantes para nadie. Si yo tengo esa imagen de mí, eso me llevará a pensar “¿quién me va a elegir?”. Porque ni yo misma querría estar conmigo. Y miras a tu alrededor y te comparas, y siempre te fijas en las personas que crees que son mejores que tú. Entonces, cuando llega alguien que sí se fija en nosotros, pensamos “menos mal, ¡ya está!”. Da igual si me gusta, si no me gusta, si me encaja o si no me encaja.
Esta es la semilla de las relaciones que fracasarán.
Claro, y de la dependencia emocional. Que es lo que ocurre con más frecuencia.
¿Cómo podemos cambiar todo eso? Por ejemplo, con los niños pequeños, ¿cómo podemos educarles para que aprendan a estar solos?
Pues mira, educar es lo que hacemos cuando no tratamos de enseñar nada. Yo creo que la mejor forma de educarles es con el ejemplo. Si quieres que tengan relaciones sanas, debes plantearte como es la relación con tu pareja, porque ellos están aprendiendo de eso. Si tu no quieres que el día de mañana se queden atrapados en una relación que no funciona y no sean capaces de salir de allí, sal de la tuya y predica con el ejemplo. Eso de “no me separo por los hijos” no es correcto, debería ser “me separo por los hijos”, porque no quiero que reproduzcan el mismo modelo que yo. Demuéstrales que sabes estar solo. Que no necesitas a alguien o a una actividad para que te rellenen los espacios de vacío que sientes.
Aún estando en pareja también necesitamos buscar espacios de soledad, ¿no?
Claro. Siempre necesitamos poder conectar con nosotros mismos. En el libro también hablo de qué pasa cuando te sientes solo estando en pareja. Atravesar ese miedo y experimentarlo es lo que nos hace crecer.
Y luego vemos que, de hecho, ¡no pasa nada!
No pasa nada y nos sentimos mucho mejor. No solamente no perdemos nada, sino que ganamos un montón.
¿Qué beneficios nos aporta el silencio?
Nos permite escuchar lo que nos dice la vida, hacernos preguntas, tratar de averiguar un montón de cosas, qué espero de mi vida, hacia adónde voy, qué es lo que pretendo, y te permite sentirte más. Pero, para hacerlo, necesitas ser valiente y atreverte a mirar, porque a menudo nos resulta más fácil taparnos los ojos e ir tirando que no detenernos y mirar hacia adentro.
El silencio nos permite escuchar lo que nos dice la vida, hacernos preguntas, tratar de averiguar un montón de cosas...
Imagino que en consulta te habrás encontrado con un montón de gente que recibe presión social para encontrar una nueva pareja, que reciben muchos consejos para salir a ligar. ¿En qué fallamos cuando intentamos ayudar a alguien que está sin pareja?
Bueno, todos tenemos el mismo miedo. Como la sociedad nos empuja hacia esa dirección, a menos que seas una persona que sabes estar contigo y que te permites espacios para detenerte y hacerte preguntas. Pero la mayoría de personas, desafortunadamente, no tienen un nivel de conciencia como para emplear tiempo en hacer eso y van tirando como borregos. Así que, como vemos que la mayoría están con pareja y tú no, buscan maneras para sacarte de aquí. Hay gente que está harta de decirle a sus amigos que están muy bien sin pareja.
A la hora de buscar una nueva pareja, ¿crees que es importante intentar descubrir cuanto tiempo ha pasado a solas o si ha ido enlazando una relación con otra?
Si es una persona que tiende a enlazar, ya es una persona a quien le cuesta estar sola. Pero que le cueste estar sola tampoco implica que tú vayas a estar mal con esa persona, porque a nivel de relación a lo mejor encajáis bien. Yo creo que lo importante que debes plantearte es qué buscas de una pareja, qué valores son imprescindibles que tenga, etc. Y que tengas claro también cuales son tus límites, qué quieres tolerar y qué no. Para que, cuando elijas, puedas tener claro por qué elijes esa persona.
¿El miedo a la soledad es un problema de las sociedades occidentales? Porque hay muchas otras que viven en tribu, y eso es algo que hemos perdido.
Puede ser. Además, la tecnología tampoco nos ayuda porque si que permite comunicarnos con más rapidez, pero también nos hace aislarnos más. Hay sociedades, como las orientales, que fomentan más el contacto con uno mismo, y eso es aprender a estar a solas.
La soledad siempre es sana, lo que no es sano es el aislamiento
¿Hay alguna línea roja entre la soledad sana y la insana?
Sí. Aunque creo que la soledad siempre es sana, lo que no es sano es el aislamiento. Lo que es malo es lo que ocurre a menudo con ancianos, que pueden pasar muchos días solos, a pesar de ser personas físicamente dependientes. Eso sí que debemos tratar de evitarlo. Por otra parte, hay personas que eligen la soledad, como algunos monjes de clausura.
¿Saber estar solo significa ser libre?
De alguna forma sí, porque significa saber estar contigo mismo, porque, al final, el miedo a estar solo es miedo a estar contigo, lo cual es muy grave.