Para empezar, vamos a sentar una base firme de trabajo: no podemos ir a por todo a la vez.
Sí, sé que los mensajes de “puedes ser todo lo que quieras ser”, “puedes con todo” o “cómete el mundo” abundan y nos han hecho creer dos cosas. En primer lugar, creemos que podemos con todo lo que nos echen, aunque nos echen todo a la vez y, en segundo lugar, nos sentimos un fracaso cuando empezamos a olernos que no es verdad.
Pues bien, iniciemos este nuevo ciclo aceptando que no podemos con todo y que no está mal no poder con todo. ¡Menudo peso se quita una de encima cuando se acepta esto!
No, no podemos con todo y está bien. Saber esto nos facilita la tarea de asumir que vamos a necesitar tomar decisiones, hacer el ejercicio de priorizar, elegir según qué aspecto priorizamos y demás.
En una vida como la que llevamos hoy en día no es fácil incluir una hora de gimnasio al día, con sus 30 minutos de ida y sus 30 de vuelta; un batch cooking semanal, leer más, estar más tiempo con los niños o con la pareja, o con ambos; llamar más a nuestra madre, etc.
Los días tienen las mismas horas siempre y no sé en qué momento creemos que, cuando llega enero, tenemos más margen para seguir metiendo más y más tareas.
Así que, ya sabes, necesitas elegir en qué te enfocas y a qué dedicas tus recursos. Y, en cuanto a hábitos, te recomiendo ir uno por uno o, si son varios, que pertenezcan a la misma área.
Querer hacerlo todo a la vez es un error de base que nos impide conseguir muchos de nuestros objetivos, nos provoca una enorme sensación de frustración y perpetúa la creencia de que no somos suficiente.