Toda una vida escuchando aquello de que ‘llorar es de débiles’, ‘controla tus emociones en público’ o que ‘los hombres no lloran, eso es cosa de mujeres’ nos ha llevado a reprimir las lágrimas como muestra de fortaleza.
Está feo llorar en público. Es más, muchas veces, cuando no podemos reprimir el llanto, miramos al cielo esperando que las lágrimas no lleguen a rebasar los ojos, que nadie note que lloramos y hasta pedimos perdón por nuestra actitud. Como si hiciéramos algún mal a quienes nos rodean…
Pues se acabó. Es bueno llorar. La ciencia lo avala. Y no hablamos de cuando pelamos una cebolla –son las llamadas lágrimas reflejo que solo sirven para proteger el ojo–. Nos referimos a cuando nos rompemos en mil pedazos y no podemos evitar que los ojos se conviertan en fuentes. Estas lágrimas, denominadas ‘emocionales’, así como el propio llanto, nos hacen mucho bien. Conoce lo que es la terapia del llanto:
1. Reducen el estrés
¿No te ha pasado que al terminar un día de mucho agobio rompes a llorar con la sensación de que no puedes más? Tranquila, tu cuerpo está soltando lastre. De hecho, tras el sofocón seguro que te sientes más relajada. No es casual.
En los años 70 el doctor William Frey explicaba en su libro Llorar, el misterio de las lágrimas que las lágrimas van cargadas de corticotropina, una hormona que el cuerpo segrega en situaciones de estrés. Evacuándola en esas gotas de agua salada oculares el cuerpo impide que el estrés nos paralice. Por eso, después de llorar todo se ve más claro.
2. Alivian el dolor
Ya sea porque te has golpeado el dedo con un martillo o porque tu novio te ha roto el corazón el cerebro percibe el dolor como real. Las lágrimas emocionales llevan leucina encefalina, un tipo de endorfina que actúa como analgésico natural.
3. Comunican sin palabras
Piensa en los bebés. Cuando lloran, ¿a que apetece achucharlos? A los mayores nos pasa igual. Para el biólogo Oren Hasson, de la Universidad de Tel Aviv, “llorar es un comportamiento altamente evolucionado. Transmite un mensaje de sumisión y de necesidad de apoyo social.
A esto contribuyen las lágrimas: al empañarnos la vista, nos hacen más vulnerables, necesitados de protección. El llanto sirve para cohesionar al grupo” . Luego matiza que “esta técnica será eficaz dependiendo de quién sea tu interlocutor cuando lloras”. Olvídate si es tu jefe o un cliente enojado.
4. Relajan el cuerpo
La cadencia llanto-hipo-llanto-hipo también tiene su utilidad aunque lloremos en soledad: calmarnos. Es algo en lo que coinciden diversos científicos: tras una primera explosión catárquica el llanto suele entrar en una especie de ritmo de mecedora involuntario que va tranquilizando nuestro ser. Ellos lo llaman homeostasis o vuelta a la normalidad.
5. Mejoran el ánimo
La leucina encefalina también mejora el ánimo. Por eso después de sollozar nos sentimos un poco mejor. Lo comprobó en 2015 el psicólogo holandés Ad Vingerhoets, de la Universidad de Tilburg que puso a varios voluntarios a ver dos películas muy emotivas.
Quienes lloraron durante la proyección reconocieron sentirse de mejor humor al acabar la película que quienes no vertieron ni una lágrima. Así que, ya lo sabes, en el cine llora a moco tendido. Si te violenta que te vean con los ojos hinchados al salir, lleva gafas de sol pero no te prives de las lágrimas. Es por tu bien.
6. Desinfectan el ojo
Llorar de vez en cuando viene a ser como poner en funcionamiento un sistema de autolavado antibacteriano de los ojos. Y todo porque las lágrimas llevan anticuerpos y otras sustancias que impiden la proliferación de microbios en la zona Así que, si limpias en casa cada cierto tiempo, ¿qué hay de malo en desinfectar la mirada con una película romanticona o escuchando música de esa para llorar a moco tendido?