Vivimos en una sociedad en la que vamos corriendo a todas partes, lo queremos todo de manera inmediata y no soportamos el aburrimiento (el horror de estar con nosotros mismos). Buscamos algo externo que calme nuestro vacío interno. No estamos en calma, no nos curamos las heridas, al fin y al cabo, no escuchamos lo que nos pide nuestro interior. Resulta más fácil evitar nuestros sentimientos y, ¿qué mejor forma de hacerlo que juzgando la vida de los demás?
Pasamos el tiempo aparentando ser alguien que no somos o criticando lo que otros muestran en redes sociales
Desde mi punto de vista, con la aparición de redes sociales como Facebook, Instagram o Twitter se ha extendido la idea mágica de que tenemos que estar siempre de subidón, súper felices, que todo nos va fantástico, en definitiva, que somos personas de éxito. Bueno, también están los que se van al otro extremo, si se sienten mal entran a Twitter y tratan de desahogar su frustración insultando al primero que encuentran. De una forma u otra pasamos el tiempo aparentando ser alguien que no somos o criticando lo que otros muestran en redes sociales. Hacemos lo que está en nuestra mano para no escuchar nuestro interior. De esta forma nunca podremos aprender a estar en armonía con nosotros mismos, que es lo realmente importante.
Las comparaciones en las redes sociales
Hace un tiempo, uno de mis clientes me escribió porque había tenido un momento crítico, “de bajón” como solemos decir, ya que al ver en Facebook lo bien que le iba a la gran mayoría pensaba que su vida era una “mierda”, que estaba lejos de lo que él cree que debería haber evolucionado. Cometió dos errores, el primero entrar en la comparación (es absurdo, cada uno tiene unas circunstancias). No hay nada de honorable en ser mejor que otro, el objetivo es ser mejor persona cada día. Y el segundo error fue creerse literalmente la visión sesgada de las redes sociales.
En las redes sociales a menudo solo vemos una parte tendenciosa y edulcorada de la verdad
De la misma forma que pasa con las noticias, que a menudo nos muestran la parte más negativa y sesgada según la línea editorial del medio, en las redes sociales a menudo solo vemos una parte tendenciosa y edulcorada de la verdad, asumiendo que lo que se comunica es cierto. Por ejemplo, en las noticias si una empresa cierra con 400 trabajadores igual hasta sale en los titulares, pero si abre es más que probable que no se muestre. En las redes sociales es a la inversa, sobre todo en el plano profesional, filtramos solo lo muy positivo. Si lanzo un curso y lo lleno pondré una publicación destacando en rojo: “Plazas agotadas” pero, en cambio, si lo tengo que cancelar porque no he logrado ni el mínimo de alumnos es fácil que ni lo ponga. No critico que se haga esto, no estoy aquí para juzgar, sino simplemente creo que es importante tener madurez para saber filtrar toda esta información. Esto no es nuevo, ya lo decía Mark Twain hace más de un siglo: “Si no lees el periódico estarás desinformado, si lo lees estarás mal informado”.
Permítete tener momentos de “bajón” o de mal humor, es normal tenerlos, si nunca sientes este tipo de emociones tienes motivos para preocuparte. Ahora bien, esto no quiere decir que debas quedarte anclado en ese estado emocional. Es importante no sentirte mal por tener estas emociones desagradables ni tratar de bloquearlas, ya que según indica: “Por el mismo tubo que salen las emociones agradables salen las desagradables, así que si lo bloqueas es contraproducente”. Cuando tratamos de reprimir estas emociones lo que hacemos es negar nuestra naturaleza, ya que lo ideal es aceptarlas y saber gestionarlas dejándolas fluir sin quedar atrapados en ellas. Para minimizar la esclavitud de la felicidad y de las redes sociales cultiva tu actitud positiva inteligente, tu capacidad para hacer frente a los retos que nos plantea la vida sin imponerte cargas innecesarias.
Fabián Villena
Formador en Actitud Positiva Inteligente y CEO del IAP