La vuelta a las responsabilidades, el ritmo de trabajo, los compromisos y las obligaciones, nos hacen arrastrar una enorme carga mental de la que no sólo no somos conscientes, sino que termina pasando factura a nuestra salud, tanto física como mental. Hace escasos meses, la Organización Mundial de la Salud (OMS) incorporó a su Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11) el síndrome del trabajador quemado (burnout), un trastorno asociado al estrés crónico en el trabajo que afecta al 10% de los trabajadores y, en sus formas más graves, a entre el 2% y el 5%.
En España, el 30% de las bajas laborales son causadas por el estrés.
Sin embargo, al contrario de lo que piensan muchas personas, una vida sin estrés, es posible. “De nada nos sirven los datos sobre los innumerables estragos que causa el estrés y la ansiedad en nuestra salud, bienestar y realización, si realmente no nos damos cuenta de la falta de sentido que tiene en nuestra vida. Si realmente tomamos consciencia de la repercusión y del sinsentido, incluiremos en nuestra rutina unas sencillas prácticas, y éste se desvanecerá”, explica Úrsula Calvo, presidenta de AEIMED (Asociación Española de Instructores de Meditación y Mindfulness).
¿Cómo evitar ese pensamiento en bucle que por defecto nos hace creer que tenemos muchas cosas que hacer simultáneamente, provocando el estrés?
Hacer pequeñas “paradas técnicas” a lo largo de la jornada laboral que nos permitan repostar energía, respirar y conectar con el instante presente, y con la única cosa que podemos hacer en cada momento. Esta práctica es fundamental para eliminar el cansancio mental y el estrés. Se trata de meditaciones cortas y muy sencillas con las que entrenamos nuestra mente para mantener el nivel de creatividad y productividad, mientras que notamos cómo el estrés, la ansiedad, y todas sus consecuencias físicas y/o mentales se van mitigando. Úrsula Calvo propone poner en marcha dos técnicas:
- Lleva tu atención hacia tu respiración, con los ojos cerrados si te sientes cómodo. Y toma dos o tres respiraciones lentas y profundas, observando cómo tu abdomen se expande al inhalar y se desinfla al exhalar. Date cuenta de cómo este simple hecho relaja tu mente y tu cuerpo. Después, simplemente observa durante un par de minutos como el aire entra y sale de tu cuerpo, a su ritmo natural, sin intentar modificarlo. Date cuenta cómo la respiración se va haciendo cada vez más lenta y profunda. Cuando te surjan pensamientos que aparten tu atención de la respiración, vuelve a ella una y otra vez, de forma serena y sin juzgar.
- Abre los ojos y lleva de nuevo tu atención a aquello que tengas delante en ese momento, aquello en lo que habías decidido estar. Pero vuelve a ello valorándolo como un tesoro, descubriendo con interés hasta qué punto puedes vivirlo, disfrutarlo (… o simplemente aceptar hacerlo en paz), sea lo que sea: lavarte los dientes, pasear, enviar un mail, leer, hablar con alguien, planificar… Porque eso es lo que tiene todo el sentido en este momento.
“Hay muchas formas de vivir la vida, y cada uno decide cómo vivir la suya. Sin duda, vivir sin estrés es una gran alternativa que te invito a explorar. Además de hacer estas pequeñas paradas, 20 minutos de meditación diaria pueden ser suficientes para ayudarte a mantener la paz ante aquellas situaciones que antes creías que no podrías superar”, comenta Úrsula Calvo.
Asimismo, la presidenta de la AEIMED asegura que “meditar es algo muy simple, para la mayoría agradable e increíblemente eficaz”. Sin embargo, es necesario iniciarnos en algún centro cercano o guía experimentado que pueda acompañarnos en las primeras semanas, de manera que nos ayude a superar las “agujetas mentales” que hacen que la mayoría tire la toalla. “Con la práctica de la meditación nos daremos cuenta de que, con independencia de las circunstancias, podemos utilizar todo lo que surje a nuestro favor, en pro de una vida saludable y plena.”