"A la que cuente tres caerás en un sueño muy profundo". ¿Te suena la frase? El tópico sobre la hipnosis, y sobre el hipnotizador, es la de una especie de mago capaz de hacer que los demás caigan en un profundo sueño y actúen a su antojo. Un estereotipo largamente extendido a través de espectáculos, películas y programas de televisión. Sin embargo, lejos de los tópicos, la hipnosis es un particular estado de conciencia que puede utilizarse con fines terapéuticos.
Al contrario de lo que se suele creer, la persona hipnotizada no está dormida. De hecho, los encefalogramas demuestran que en estado de hipnosis la mente está en un estado de máxima concentración y relajación. El hipnotizado tampoco cede su voluntad ni pierde la conciencia, de hecho sólo podemos ser hipnotizados si queremos serlo. La persona hipnotizada tampoco queda en manos del hipnotizador. Lo que ocurre es que en ese estado de concentración máxima, en el que somos plenamente conscientes de lo que ocurre, guiando nuestra atención, el hipnotizador puede ayudarnos a crear nuevas asociaciones mentales que nos ayuden a superar miedos o hábitos dañinos, como el tabaquismo.
Otro falso mito sobre la hipnosis es pensar que si nos dejamos hipnotizar es porque somos especialmente influenciables o crédulos o que con la hipnosis podemos revivir exactamente un momento concreto de nuestra infancia. Lejos de su imagen de espectáculo circense, hoy la hipnosis clínica se utiliza como una herramienta terapéutica que puede servir de refuerzo en determinadas terapias y tratamientos siempre y cuando sea aplicada por un profesional ampliamente acreditado.
Falsos mitos sobre la hipnosis
Lejos de los trucos de magia, la hipnosis es un estado de hiper concentración y relajación en el que nos volvemos especialmente receptivos.
