Los datos que aporta la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género son claros: 1.122 mujeres han sido asesinadas desde el pasado 1 de enero de 2003 hasta finales de 2021.
¿Cómo podemos ayudar a una mujer si sospechamos que está siendo víctima de violencia de género, dentro o fuera de su entorno familiar?
El marco de referencia: la relación tóxica
El abuso, tanto físico como emocional, no se produce de un día para otro, sino que se va acumulando en pequeñas dosis a medida que la relación avanza. La violencia es la máxima expresión de una relación tóxica en la que el compañero termina haciendo la vida imposible a la mujer.
Las alertas deben dispararse si observamos una relación en la que abunda el control, los celos, las faltas de respeto, el conflicto constante o incluso si se reproducen situaciones tóxicas durante el sexo
Algunas de las principales señales de una relación tóxica son:
- A la pareja le molesta que tu amiga o conocida pase tiempo con su familia o sus amigos
- Stalkea su teléfono: controla sus llamadas. Le pregunta constantemente a dónde va, cuando no insiste en acompañarla
- Controla sus horarios y organiza el tiempo libre de la pareja sin contar con la opinión de tu amiga
- La pareja da a entender que sin ella no es nadie, menospreciándola constantemente
- La ridiculiza en público: se ríe de ella o le grita ante sus amigos o familia
- Responde por ella cuando alguno de sus amigos le hace una pregunta que se refiere a ella, no a él o a la relación
- Es sobreprotector y paternalista
- Le recuerda constantemente todos los fallos que tu amiga cometió en el pasado
- Opina sobre su forma de vestir hasta el punto de decidir qué debe ponerse
- Es chantajista y maleducado
Aunque no siempre, en ocasiones podremos detectar alguno de estos signos cuando compartamos espacio y tiempo con la víctima. En alguna ocasión puede tratarse de una actitud aislada y no merece mayor importancia, pero si se repiten o se intensifican, entonces deben despertarse todas las alertas.
El largo camino de la aceptación
Detectar una relación de maltrato no es fácil, tal y como reconoce Rafael Sanromán, psicólogo en ifeel, plataforma de bienestar emocional y apoyo psicológico para individuos y organizaciones.
Las relaciones tóxicas y de maltrato no se producen las 24 horas. Existen momentos de estar muy bien, y momentos de estar muy mal, con mucha confusión
Según el experto, "darse cuenta de lo que sucede y después asignarle un grado de gravedad es un proceso que requiere tiempo".
Asumir que se vive una relación de maltrato no ocurre con un clic, un día al despertarse por la mañana. La mujer maltratada pasa por diferentes etapas de tira y afloja: “se da cuenta, pero retrocede, vuelve a darse cuenta, pero lo niega, toma conciencia otra vez, pero duda, etc”, sentencia San Román, que observa este patrón en consulta.
Asumir que se está siendo maltratada es muy difícil porque da vergüenza. En el momento en que empiezas a ver que alguna cosa no va bien, que los niveles de ansiedad son elevados, la mujer se da cuenta de que está atrapada en la relación.
El gran reto para ella es comunicarlo: decirle a alguien que estás siendo maltratada es extremadamente difícil, porque “acusar a otra persona es muy grave”
Si la mujer consigue embarcarse en ese viaje emocional de aceptación de la situación de maltrato es posible que, cuando comunique a una tercera persona que está siendo maltratada, esta no termine de creérselo.
El entorno puede pensar que la persona sobre la que se vierte la acusación es un encanto, porque el maltratador no ejerce el abuso en público.
La vergüenza como emoción central a gestionar
Asumir que tenemos problemas en nuestra relación de pareja es algo que da vergüenza porque no nos gusta visibilizar nuestras dificultades. Damos por hecho que las relaciones siempre van bien, o que todo funciona, pero en la vida real no todo es de color de rosa.
Rafael San Román afirma que “es por vergüenza que nos quedamos en una relación a pesar de que vaya mal, o a pesar de que se hayan cruzado algunas líneas rojas”, como serían el maltrato psicológico o el abuso físico.
Cuando se produce el abuso, la mujer maltratada tiende a “autoinvisibilizarse” por falta de apoyo:
El relato es el de la ocultación. Sentimos vergüenza cuando nos sentimos señalados por una cosa que no es tolerable
"Cuando no existe una situación de maltrato, la vergüenza es una emoción necesaria que nos ayuda a marcar límites, porque si no haríamos cualquier cosa", confirma el psicólogo.
Así pues, donde hay vergüenza es muy probable que exista ocultación. La mujer maltratada negará la realidad, diciendo que no es verdad que exista violencia o abuso. Negar la vergüenza es un mecanismo básico para alejar la verdad, que no se puede soportar.
Es precisamente por esta vergüenza que a los amigos y familiares les resulta muy difícil ayudar. Pueden llegar a tener percepciones de que alguna cosa no va bien, porque pueden ser testigos de una subida de tono, de un cambio de humor repentino, de un grito, o de un cambio de planes de última hora.
Entonces, ¿qué podemos hacer para ayudar a una mujer víctima de violencia de género?