Recibir o dar un abrazo, un beso, una caricia o un apretón de manos son gestos de afecto y estima que la mayoría de las personas realizamos espontáneamente. Sin embargo, hay para quienes el contacto físico puede provocar un malestar tan intenso que acaba traduciéndose en fobia. Es decir, un miedo irracional al contacto físico, también conocido como hafefobia.
En griego, haphé significa tacto y phobos miedo o temor. Por lo tanto, la hafebobia se define como el miedo a ser tocado o a tocar. A menudo la hafefobia no se presenta como un problema en sí mismo, sino más bien como un síntoma secundario de otras afecciones, como los trastornos del espectro autista o los trastornos postraumáticos.
Causas de la hafefobia
Una de las causas más frecuentes se encuentra en los traumas y la violencia en la infancia, como los abusos sexuales o el acoso escolar. Sin embargo, en el caso de los niños que rechazan el contacto físico, rara vez se puede hablar de hafefobia, que suele manifestarse en la edad adulta. Pero, ¿cómo se diferencia la simple incomodidad ante el contacto físico y la fobia?
Bianca Zerbini, psicóloga del servicio de psicología online Buencoco, explica que la diferencia está en si el miedo al contacto físico interfiere negativamente en nuestro día a día. "Sentir molestia por ser tocado es diferente a evitar totalmente el contacto con alguien y limitar la vida de acuerdo con esto", detalla.
Síntomas de la hafefobia
Algunos de los síntomas que pueden indicar que existe esta fobia son los ataques de ansiedad, la evasión, la melancolía y los ataques de pánico. Y, además de estas reacciones, también se puede experimentar agorafobia, ansiedad social y problemas con la sexualidad.

Cómo tratar la hafefobia
Uno de los remedios más eficaces para el tratamiento de esta fobia es la terapia psicológica, que puede ayudar a identificar las causas que han provocado el miedo al contacto físico y definir las estrategias más adecuadas para que la persona pueda afrontarla.
La terapia cognitivo-conductual, por ejemplo, puede guiar al paciente a superar el problema utilizando la técnica de la exposición. Es decir, sometiéndolo gradualmente al estímulo fóbico. En este sentido, la terapia con mascotas puede ser una herramienta excelente para combatir la aversión al contacto físico.
Otra opción es la psicoterapia: "Evitar el contacto físico no te permite protegerte, sino crear más distancias, comprometiendo las relaciones interpersonales. La psicoterapia repara heridas pasadas al lidiar con el trauma y restaura una nueva perspectiva de los eventos y el grado de confianza y seguridad personal pérdida", detalla la experta.
De modo que si crees que puedes padecer esa fobia, ponte en contacto con un profesional de la salud mental. "El diagnóstico de las enfermedades clínicas solo lo pueden realizar especialistas en la materia, por eso es necesario contactar con un profesional, preparado y capacitado", explica Zerbini. Así no solo saldrás de dudas, sino que podrás empezar a poner remedio al problema. Recuerda que no hace falta estar al límite para ir al psicólogo y que, te sientas como te sientas, siempre será beneficioso acudir a uno.