Se sonrojan, tratan de esconderse detrás de sus progenitores, hacen oídos sordos cuando se les pregunta directamente y, si se ven muy forzados, responden con monosílabos. La timidez en la infancia es muy habitual y no tiene por qué suponer un problema. Para evitarlo, para lograr que la vergüenza no se perpetúe hasta el extremo de atenazarlos, los juegos son una poderosa herramienta.
Jugar es una de las fuentes de progreso más importantes que existen. Es así cómo aprendemos en la infancia. Jugando se ponen en práctica los valores aprendidos y se interactúa con semejantes que, a diferencia de la familia, no están dispuestos a dejarnos ganar.
En las escuelas se proponen juegos dinámicos en los que ningún pequeño puede tratar de esconderse entre la masa, precisamente, para atenuar la vergüenza de los alumnos. Se buscan juegos en los que todos los niños tengan la necesidad de intervenir y se aprovecha la participación para reafirmarlos.
En casa, se puede utilizar el juego para poner en práctica las habilidades sociales. Un ejercicio frecuente es adoptar diferentes roles cotidianos (profesor-alumno, vendedor-comprador, camarero-cliente, etc.) e interactuar. Además, los expertos en psicología infantil recomiendan a los padres de niños tímidos que, como terapia de choque, los lleven a realizar actividades extraescolares. El deporte colectivo y el teatro pueden ser un gran antídoto para vencer la timidez.
Juegos contra la timidez
Construimos la timidez como una armadura para protegernos frente a lo ajeno y aunque no tiene por qué ser un problema, puede llegar a serlo si no sabemos controlarla.
