La palabra “locura” proviene del latín “lunaticus”, que significa “lunar”. Una de las mentes más lúcidas de la antigüedad, el filósofo griego Aristóteles, creía que fenómenos como la locura o la epilepsia eran causadas por el satélite.
Hoy, sabemos que la Luna influye en diversos procesos naturales del planeta como la regulación de las mareas y las cosechas. No obstante, aunque desde tiempos antiguos el hombre se ha sentido especialmente atraído por el satélite, no nos detenemos lo suficiente a observar el poder que puede tener en otros aspectos. La Luna siempre ha estado muy presente en el mundo de la astrología, del misticismo e incluso en el del folclore y la mitología, por ejemplo, con las leyendas alrededor de la transformaciones de los hombres durante las noches de Luna llena en criaturas fantásticas o hombres lobo.
En los últimos años, varias disciplinas van saliendo a la luz, como es el caso de la cronobiología, cuyo objetivo de estudio son los procesos biológicos que siguen secuencias temporales, ritmos y relojes biológicos. Una de las pocas evidencias científicas que se han demostrado en relación a la Luna y su incidencia directa en nuestros cuerpos se encuentra en la influencia del astro en nuestro sueño. En el 2003 un estudio descubrió que, en Luna llena, las personas tardaban en quedarse dormidas entre 5 y 20 minutos más de media. Además, su actividad cerebral revelaba que la cantidad de sueño se redujo en un 30%.
Hay cuatro estaciones, cuatro cuartos de hora, cuatro elementos básicos en el planeta, cuatro fases del ciclo menstrual… y también cuatro fases lunares, que según el doctor en neurociencias Mark Filippi se pueden relacionar con cuatro neurotransmisores (los responsables de llevar información de una neurona a otra). Cada uno de ellos interviene en el proceso de sinapsis, que a la vez puede repercutir en las emociones que sentimos y en los estados de ánimo.