1. Descubre y comparte tu talento.
Todos tenemos talento para algo ¡Todos! Lo bonito es descubrir cuál es y compartirlo con los demás. Sea cual sea el tuyo seguro que puede servir de mucha inspiración para los que te rodean.
2. Actitud positiva.
Ver el lado positivo de las cosas te ayuda a ser más feliz. No significa que todo te parezca perfecto pero ver el lado bueno (o del que aprender), nos permite relativizar situaciones que nos disgustan. Por ejemplo, madrugar cuesta pero nos da la oportunidad de ver el amanecer. Pequeñas recompensas, regalos para el alma que están ahí siempre; solo hay que estar dispuesta a verlas y reconocerlas.
3. Nunca dejes de aprender.
El aprendizaje constante nos mantiene vivos e ilusionados. Mantén activado siempre el dispositivo de la curiosidad, podemos aprender de cada instante que vivimos, no solo de lo que nos gusta. De aquello que nos sorprende, o nos asusta, se aprende mucho más. Abre tus cinco sentidos.
4. Abre tu mente.
Descubre lo enriquecedor que es viajar, conocer diferentes maneras de vivir, acercarnos a personas distintas... Es muy reconfortante descubrir que personas que a priori son tan diferentes pueden aportarnos muchísimo. Todos tenemos capacidades y discapacidades (¡unas más visibles que otros!), pero eso es lo bonito: entender la diferencia, aprender de ella y ensalzar las capacidades y talentos de cada uno.
5. ¡Sonríe!
La sonrisa es contagiosa y puede cambiar el desarrollo de un día no solo para ti sino también para aquel que se cruce en tu camino. Te ayudará a tener un gesto de buen ánimo y transmitirá a los demás una sensación de confianza y buena energía. Si te encuentras con alguien que ha tenido un mal día, la sonrisa es la mejor medicina, utilízala para combatir su malestar. A mí me funciona. Es mágico.
6. Resérvate un momento para hablar contigo.
Para un momento cada día y piensa en aquello que te gusta de ti y en lo que te gustaría cambiar. Permítete cometer errores, perdónate, aprende de tus propios fallos y sentir orgullo de tus logros. Estos diálogos internos nos ayudan a conocernos un poco más a nosotros mismos y a empatizar también con los demás. Cada noche podemos hacer un recuento de lo aprendido y de cómo podemos hacer más felices a los demás.
7. Ayuda a los demás.
Ayudar a los demás es una de las cosas más hermosas. Podemos ser solidarios a través de una ONG o Fundación y también podemos brindar nuestra colaboración a alguien conocido. Ayuda mucho una sonrisa, una mirada, escuchar a alguien que necesita ser escuchado… El beneficio es mutuo, es enormemente gratificante.
8. Agradecer.
Valorar aquello que tenemos nos ayuda a relativizar las cosas. En muchas ocasiones nos quedamos encallados en aquello que nos preocupa o nos asusta pero si ponemos en un lado de la balanza aquello que nos inquieta y en el otro todo aquello por lo que tenemos que sentirnos afortunados, la balanza se inclinará hacia aquello positivo que nos hace felices. Cuando nos pregunten: “¿Qué tal, cómo estás?” Si nos tomamos un instante antes de contestar seguro que podemos responder, casi al 100%, “muy bien”.
9. La necesidad es lo que mueve el mundo.
Cuando la vida te cambia y te expones a circunstancias inesperadas, cuesta confiar en que haya otras maneras de hacer las cosas. Aquello que en algún momento nos falta o parece que nos limita no son barreras sino oportunidades para desarrollar nuevas capacidades, de evolucionar, aprender, crecer… El universo siempre nos suministra capacidades infinitas, ante cualquier cambio somos nosotros los que decidimos sacar provecho de ella.
10. Sueña.
No dejes de soñar. Ten siempre una ilusión y haz todo lo posible por hacerla realidad. Muchas veces, cumplir tus sueños es más fácil de lo que pueda parecerte. Nosotros somos los únicos responsables.