1. Descúbrete y quiérete.
Quién eres, cómo eres, qué buscas. Qué te gusta y qué no. Tus cualidades y debilidades, tus atributos y defectos físicos. Cuando te tomas un tiempo para pensar en todas esas cuestiones y llegas a las respuestas y te aceptas, y te aprecias con lo bueno y lo malo... Cuando todo eso sucede, cuando te acepta también das las gracias. Encuentra tus propios motivos para estar agradecida. Si te gusta la clase de persona que eres y sabes hacia dónde caminas, de alguna manera vives en la serenidad y en libertad.
2. Cultiva tus aficiones y aparca el móvil.
Podría pasarme todo el día escuchando música, ¿y tú? Saca tiempo para ti, disfruta de tus pasiones que pueden ser la familia, los amigos, el mar, la literatura, el cine, hacer senderismo... Todo suma. Durante las vacaciones, sobre todo, procura aparcar las tecnologías. A veces nos perdemos los mejores momentos por culpa del móvil.
3. Haz deporte.
Lo incluyo en todas mis listas de buenos propósitos. Esta temporada, lucha contra la pereza para convertir el deporte, por fin, en un hábito diario. Convéncete del mens sana in corpore sano. El pilates, el yoga, hacer spinning, zumba... Cualquier actividad deportiva aporta energía, salud, bienestar y optimismo.
4. Plantéate objetivos.
La felicidad tiene que ver con fabricar ilusiones. No proyectes tu satisfacción en la de los otros, piensa y ejecuta tus propios proyectos vitales. A lo mejor te ilusiona viajar de voluntaria y a otra persona le puede emocionar sacarse el carnet de conducir o aprender kitesurf. Fija tu objetivo y a por él.
5. Esfuérzate y sé constante.
Hay sueños sujetos a la providencia –que nos toque la lotería, por ejemplo-, pero otros dependen estrictamente de nosotros mismos. Salir de la zona de confort, arriesgarte por lo que quieres, sufrir si toca y perseverar en el esfuerzo te depararán un montón de satisfacciones y enseñanzas valiosísimas. De nada nos vale el talento si no lo combinamos con el trabajo.
6. Familia y amigos, prioritarios.
Son fundamentales, nuestros ejes vitales. Las personas que nos quieren bien nos insuflan buenas energías y nos apoyan en las etapas más complejas. Saca siempre tiempo para ellos, cuídales, respétales, mímales, son tu mayor tesoro.
7. Aléjate de los envidiosos.
Como las meigas, haberlas haylas. A veces, en el entorno laboral resulta difícil escapar de personas con este perfil envidioso y negativo. Simplemente detéctalas, no dejes que te coman la moral, protégete de ellas como de la lluvia y busca hueco entre las muchísimas personas que sí merecen la pena.
8. Aprende.
Siempre alguien puede enseñarte algo. Humildad, cercanía, generosidad... Ser buena gente, así lo dirían en mi tierra. Que siempre sea sana tu ambición, prohibido dañar al de al lado. Me niego a que a este enfoque lo llamen buenísimo, en plan despectivo. De todo el mundo aprendes, con todo el mundo creces.
9. ¡Muévete!
En septiembre haré el camino de Santiago con mi hijo y ése será, hasta hoy, mi trayecto más importante. Localiza en el mapa esos paraísos y lugares que tanto te llaman la atención. El dinero y el tiempo que emplearás en conocerlos habrán merecido la pena.
10. No temas el fracaso.
Mi padre siempre dice que quien no experimenta un fracaso es... el que no trabaja. A más equivocaciones, más oportunidades para corregir y mejorar. ¡Recuerda que nadie es perfecto! No te desanimes cuando se te escapa algo, utiliza ese sinsabor como trampolín, nunca como motivo de depresión. Es la clave del éxito.