Todos nos hemos sentido alguna vez molestos, decepcionados, enojados o heridos por las palabras o acciones de los demás, tanto por aquellas que se pronuncian y se ejecutan como por las que no. Normalmente, tendemos a culpar a la otra persona y no nos paramos a pensar cuál es el verdadero origen de ese sentimiento desagradable que nos producen determinadas situaciones.
¿Te has preguntado alguna vez por qué te molesta tanto que tu compañero de trabajo deje siempre lo urgente para última hora? ¿O que tu hermano sea tan desordenado? ¿Por qué crees que no puedes soportar a las personas que no dejan de hablar de sí mismas? ¿Realmente crees que son conductas que nada tienen que ver contigo?
«Todo lo que te molesta de otros seres es solo una proyección de lo que no has resuelto en ti mismo»
Esta cita de Buda constituye uno de los principios fundamentales de la ley del espejo, que viene a decirnos que lo que vemos en los demás no es más que un reflejo de nuestro propio mundo interior, de nuestras luces y también de nuestras sombras.
La ley del espejo es, por tanto, una poderosa herramienta de autoconocimiento que nos permite identificar determinados atributos que están en nosotros de forma consciente o inconsciente para poder aceptarlos y resolverlos.
Nur, experta en coaching esencial y creadora de Amando tu vida, explica que “la ley del espejo nos demuestra que los únicos responsables de las emociones que tenemos somos nosotros mismos, no los demás”. Por eso está convencida de que saber utilizarla y leer en el reflejo del otro nos ayudará a tener una vida más feliz, pues todo cambia en el momento en que tomamos conciencia de ello y decidimos llevar el control de nuestras emociones.
Cómo funciona la ley del espejo
A la hora de ponerla en práctica, muchas personas tienen dudas o dificultades para interpretar el significado de ese reflejo que nos llega del exterior.
¿Qué nos muestra exactamente la ley del espejo? Nur clarifica de este modo sus cuatro funciones básicas:
- Lo que ves en otras personas, aquello que más te gusta de ellas, también está dentro de ti. Es decir, si ves su bondad, su amabilidad, su respeto, es porque esas cualidades también forman parte de tu ser.
- Todo lo que el otro juzga o critica en ti sin que te afecte ya está resuelto por tu parte, por lo que le pertenece a la otra persona trabajarlo. Si, por ejemplo, alguien te dice que eres extremadamente testarudo, pero a ti no te causa ningún daño, será esa persona la que tenga algo que resolver en su interior.
- Si te disgusta, te enoja o te molesta sobremanera lo que hace, dice, no hace o no dice otra persona, es porque hay algo en ti que resolver. Algo que tú también haces, quizá de forma inconsciente, y que no acabas de aceptar o de permitirte. En este caso, tienes dos opciones: actuar para cambiarlo o aceptar que tu comportamiento (aunque no te guste) es similar al que detestas en esa otra persona.
- El reflejo que recibes es algo totalmente opuesto a ti, a tu forma de actuar y de comportarte. Aquí, su función es hacerte ver que quizá es necesario fluir más, no ser tan cuadriculado o abrirte a nuevas perspectivas.
Las dos primeras funciones no generan ningún malestar, mientras que las otras dos sí. Ahí es donde está el verdadero trabajo que nos propone la ley del espejo, que, como bien explica Nur, “muestra esas partes internas que a veces no nos gustan y nos negamos a ver”.
Sin duda, es un ejercicio difícil pero muy sanador porque, al trabajar con esta ley, “te conoces mejor, empatizas, aprendes a quitarle importancia a ciertas cosas, te haces más humano y te empoderas porque empiezas a poner el foco en ti mismo y no en los demás”. Y, de este modo, “consigues un mayor equilibrio y plenitud”, asegura Nur.
Si prestas atención a las señales, ya tienes gran parte del camino recorrido. Ahora solo falta ponerse a trabajar para resolverlas.
Para ello, la experta recomienda hacerse una serie de preguntas y responderlas con total honestidad y sinceridad. “Hay que jugar al juego de la verdad”, afirma. Esa es la única forma de conocernos mejor y tomar acción para cambiar esas situaciones que nos producen dolor, enfado, enojo o ira desmedidos. “Cuando uno toma conciencia de esas partes internas, asume el poder para cambiar su pensamiento y evitar que esas mismas situaciones le vuelvan a incomodar o a hacer sentir mal”, concluye.