La maternidad es una experiencia única, completa e inigualable, en todos los sentidos. Completa porque puede ser una montaña rusa de emociones, e igual que sientes el mayor amor que se puede sentir en la vida, también puedes sentir la mayor soledad.
Los meses siguientes a dar a luz son una época de muchas emociones y cambios. Los padres deben adaptarse a su nueva vida, pero sobre todo la madre. Ser mujer no es fácil, y en el caso de las mamás todavía menos. Las falsas expectativas que nos ha creado la sociedad hacen que una vez vivimos la experiencia real, nos vengamos abajo, ya que vemos que no llegamos a todo y pensamos que no lo estamos haciendo bien o incluso que estamos fracasando.
Por supuesto, la crianza de los hijos es algo de dos (salvo que hayas decidido ser tenerlo sola), pero por norma general, es la madre sobre la que recaen la mayoría de horas y tareas, ya que debe estar pegada al niño para satisfacer sus necesidades. Y, a pesar de esto, como sociedad seguimos descuidando el bienestar de las mamás en esos meses de cambio e incertidumbre que tan importantes son después de dar a luz.
Carmen Moreno, autora del libro Postparto en positivo. Vive el cuarto trimestre con calma y conexión, tiene claro que hay que cambiar la forma en la que se trata hoy en día esta etapa y, sobre todo, el trato que la sociedad le da a las mamás.

Hablas del postparto como el cuarto trimestre. ¿El embarazo no termina al dar a luz?
Así es, es un concepto que me gusta porque lleva implícito que es una continuación del embarazo. Los niños nacen siendo completamente dependientes de las madres. Necesitan contacto veinticuatro horas. Esto es algo que sorprende a muchas. La sociedad nos ha inculcado que un bebé “bueno” come y duerme, no demanda demasiado. Sobra decir que no hay bebés malos. Los pequeños normales demandan y necesitan atención. Como dice el científico Nils Bergman, el hábitat del recién nacido es el cuerpo materno. De alguna manera, pasan de gestarse en el útero a continuar haciéndolo al otro lado de la piel. De hecho, se conoce este periodo como exterogestación.
Las mujeres embarazadas solemos recibir mucha atención durante la gestación, pero después pasa al bebé. ¿Es esa la causa de sentimientos tan típicos de soledad, desamparo, ansiedad o depresión durante el puerperio?
Durante el embarazo tenemos mucha atención, pero a menudo se limita a lo sanitario y gira entorno a la cultura del miedo y de entender el embarazo como algo más cercano a la patología que a lo natural y fisiológico. Desde el inicio del embarazo se categoriza como alto o bajo riesgo y es una etapa en la que afloran muchos miedos. De hecho, ya durante el embarazo una de cada cuatro mujeres sufre un trastorno mental. El setenta y cinco por ciento de ellas nunca son diagnosticadas.
Necesitamos cuestionar esas cifras para ver qué está fallando. Conocer y validar todo lo que conlleva esta etapa de transformación para poder darle el valor, el lugar y el apoyo que le corresponden. Durante esta época necesitamos espacios de cuidado y apoyo. Tradicionalmente, esto ha estado en el centro de muchas culturas. Sin embargo, la cultura occidental ha roto con esta práctica, y parece que lo esperado o deseable es volver a tu vida anterior como si nada hubiera pasado. Aparecen las bajas maternales insuficientes o la falta de espacios de apoyo y de una comunidad que cuide de las madres y los pequeños. Recuperar esa cultura de cuidado al postparto es otro de los objetivos del libro. Solo comprendiendo la profundidad de esta etapa y de sus necesidades podremos acompañar como sociedad. Y eso solo será posible poniendo el cuidado de la vida en el centro: el de las personas que cuidan, que maternan. Porque sin madres no hay vida.
Durante el embarazo 1 de cada 4 mujeres sufre un trastorno mental, pero el 75% de ellas nunca son diagnosticadas
¿Estos sentimientos de soledad y cansancio extremo son exclusivos de las sociedades occidentales? ¿Cómo se hacía antes o cómo lo viven otras culturas?
No me atrevo a generalizar y lamentablemente creo que la tendencia global es a descuidar el periodo de postparto. La falta de cuidado a las mamás está muy vinculada a la cultura capitalista e individualista que nos empuja a no parar, a perseguir cánones de belleza inalcanzables, a trabajar como si no tuviésemos hijos y a maternar como si no trabajásemos. Parece que tengamos que llegar a todo y ninguna llegamos. Es imposible hacerlo.
En culturas orientales mantienen la tradición de cuidar de la madre y de favorecer su descanso. He vivido en China y actualmente estoy en plena situación en Vietnam, mi tercera hija nación hace poco más de un mes. En ambos países se prioriza el descanso y cuidado de la mamá hasta un punto que a ojos occidentales puede parecer extremo. Por ejemplo, en China durante el primer mes la mujer no sale de casa.
Estas tradiciones se mantienen, pero empiezan a perderse en las grandes ciudades. Personalmente, creo que el que esos cuidados estén integrados en la cultura protege a las mujeres. Sin embargo, a menudo las normas son rígidas y no se individualizan ni parten de la escucha a lo que cada mujer necesita.
¿Esta etapa debería vivirse en comunidad o en tribu?
Sí, siempre y siempre marca la diferencia. Por eso es importante saber cómo podemos apoyarnos en el entorno durante esos meses. Tanto el apoyo de familia y amigos como el de otras mamás. Siempre aconsejo que se rodeen de otras madres, que lo vivan acompañadas. La soledad es el denominador común del postparto. Esta es, sin duda, una de las muchas contradicciones de esta etapa. Sentir esa soledad estando siempre con la persona que más quieres a tu lado. Por un lado, tienes más contacto físico del que has tenido nunca con nadie. Pero, por el otro, no puedes mantener una conversación propia de adultos con esa persona.
También puedes sentirte infinitamente acompañada y conectada a tu pequeño, pero desconectada del resto del mundo. Hasta ahora compartías con tus amistades y conocidos las aficiones, el trabajo, los gustos, el deporte los lugares a donde ir y un largo etcétera. Esas líneas comunes facilitan la conexión con otras personas. Con la llegada del bebé tu vida cambia, ya no puedes ni quieres hablar de lo que pasó ayer en el trabajo o de la última fiesta. De hecho, puede que haya momentos en que de lo único que te apetezca hablar es de la caída del cordón umbilical o de si será normal esa costra láctea que ha aparecido en su cabecita. Ahí aparece la soledad, pura y dura. Sigues o no, en contacto con tu grupo. Ves a tu pareja cada día. Pero esa conexión emocional, esos puntos en común, ya no están. Te sientes sola, porque echas de menos tu vida anterior. Echas de menos quedar con amigas, ir al gimnasio y hasta ir al trabajo.
A nivel práctico es importante saber que es imposible llegar a todo y que necesitamos delegar en nuestro entorno.
¿Cómo podemos ayudar a una mujer que ha dado a luz según los distintos grados de intimidad que tengamos con ella?
Depende de cada mujer y ante todo debe prevalecer lo que cada una necesite, pero en general si tenemos mucha confianza podemos llevar comida, ayudar con la limpieza del hogar, supervisar a otros hijos o mascotas, hacer la compra y respetar los límites en cuanto a visitas. Si no tienes mucha confianza la mejor opción suele ser esperar a que pasen esas primeras semanas en las que seguramente solo le apetezca tener contacto con las personas más allegadas. Dicho esto, siempre podemos encontrar la manera de ayudar.

¿Visitas sí o visitas no?
Depende, es algo muy personal que cada madre debe decidir poniendo conciencia. En general en esos moementos necesitamos intimidad y descanso. La avalancha de visitas no es algo que la mayoría disfrute. Todo lo contrario. Durante la pandemia muchas mujeres comentaban que el virus era la excusa perfecta para no tener visitas. Mientras que una mujer necesita estar en la cama con su pequeño, desnuda y a solas, otra puede necesitar rodearse del calor de los suyos o salir a pasear con una amiga. Lo importante es que la madre decida y que se respeten esos límites.
Creo que podemos distinguir entre las visitas que se sientan en el sofá a contemplar al pequeño y que esperan que les hagas un café a aquellas personas que pueden ayudar, coger un vaso de agua si tienen sed y con las que la mamá siente confianza para expresar lo que necesita. Las visitas siempre deben ser cortas y previamente acordadas. La mamá decide cuándo y dode. Muchas familias deciden quedar fuera de casa para sentirse más en control para poner límites. Tampoco se debe coger al bebé a no ser que la madre lo ofrezca.
¿Cuáles son los errores más comunes en los que solemos caer las mamás durante estos primeros meses de vida de nuestros bebés?
Más que errores hay expectativas poco realistas que chocan con la realidad. Respecto al bebé, el error más común viene de la falta de referentes de cómo uno normal. La creencia de que los niños buenos son relativamente independientes, es decir, comen y duermen y no demandan demasiada atención, está muy extendida. Sin embargo, un niño normal necesita contacto continuo y esto sorprende.
Respecto a una misma, un error habitual es ignorar la gran transformación que supone y querer continuar con el ritmo que llevábamos antes. Dar a luz requiere pausa. No somos las mismas. Cambiamos en cuerpo y alma. Cambian nuestras prioridades e intereses. Otro de los errores es creer que dura 40 días. Se habla de la cuarentena, pero tiene una duración que va mucho más allá y podemos hablar de uno o dos años a nivel general, pero su duración dependerá de cada madre y bebé. Lo que está claro es que siempre dura más de lo esperado y que no hay vuelta a la normalidad anterior porque tu realidad cambia completamente. Y entender eso, si nos lo permitimos puede suponer un cambio de enfoque importante.
Como ves la mayoría de esos “errores” parten de creencias que causan malestar. Una manera de afrontar los retos es a través de tres pilares: el trabajo en nuestras creencias, crear el mejor entorno posible y cuidarnos por el camino. En primer lugar, el trabajo en nuestras creencias nos ayuda a despojarnos de expectativas y exigencias dañinas. El primer paso es reconocer qué creencias limitantes tenemos para poder trabajar en ellas. Quizá sientes que tienes que llegar a todo y te desborde no hacerlo. Quizá te frustra el creer que tu vida continuará como antes pero con bebé y te sorprendan los cambios. Quizá crees que si no sientes un flechazo instantáneo por tu bebé ya no se dará un buen vínculo. Quizá tienes unas expectativas de cómo tu pareja debe comportarse o lo que esperas de tu entorno. Trabajar en nuestras creencias nos ayuda a dejar ir expectativas y a aceptar nuestra experiencia estando más presentes y aceptando nuestra realidad. Nos ayuda a dejar de lado las comparaciones y a poner el foco en la escucha y la conexión con una misma.
En segundo lugar, no todo es el trabajo interno, sino que nuestro entorno nos influye. Desde la comunicación con la pareja hasta el apoyo logístico. Dentro de nuestras posibilidades debemos mirar cómo es nuestro entorno y buscar maneras de mejorarlo en la medida de lo posible. Esto empieza por permitirnos verbalizar cuándo necesitamos pedir ayuda y comunicar lo que vivimos y necesitamos.
En tercer lugar, el autocuidado es clave, entendido como preservar nuestra salud física y mental además de darle lugar a aquello que nos llena. Para mí este es darme cuenta de cómo me siento y de lo que necesito en cada momento. A menudo el autocuidado se asocia a un momento especial o de indulgencia, sin embargo empieza por cuidarnos cada día en cada momento dentro de nuestras circunstancias.
La soledad es el denominador común del postparto
Nos recomiendas poner en práctica técnicas de hipnosis y meditación. ¿Por qué?
La hipnosis nos ayuda a trabajar en nuestras creencias a un nivel profundo, directamente en nuestro subconsciente. El subconsciente es la parte de la mente donde residen nuestras creencias y valores. La hipnosis nos permite influenciar esas creencias de manera positiva para tener una mejor experiencia.
Por otro lado, mientras practicamos hipnosis entramos en una relajación profunda y en ese estado producimos hormonas relacionadas con el bienestar como la oxitocina, dopamina, serotonina o las endorfinas. Además, nuestra mente entra en un estado de relajación muy reparador. Una práctica de hipnosis de unos minutos nos recarga de energía y ayuda a crear momentos de descanso mientras trabajamos en reemplazar creencias que nos limitan por otras que nos empoderan.
Por otro lado, la meditación entrena nuestra atención ayudándonos a estar más presentes. Al igual que la hipnosis, la práctica regular de la meditación tiene grandes beneficios sobre nuestra salud física y mental.
Desde hace unos años, las embarazadas reciben su “Plan de parto” en el que deben explicar sus preferencias sobre el nacimiento de su bebé. Y tú propones hacer también un “plan de postparto”. Explícanos en qué consiste y cómo puede ayudarnos.
Consiste en anticiparnos a retos habituales en esta etapa y hacer un plan que nos permita vivirla de la mejor manera posible. El modelo de mi libro aborda el autocuidado, el descanso, la pareja, la distribución de tareas, la lactancia, las visitas, el entorno y el cuidado del cuerpo.
Por ejemplo, empieza con el autocuidado, que tiende a ser lo primero que dejamos de lado. Entendemos autocuidado como preservar nuestra salud física y mental, además de darle lugar a aquello que nos llena. Empieza con uno de mis ejercicios preferidos que consiste en anotar qué puedes hacer por ti en uno, cinco, diez, veinte y treinta minutos para después darle un lugar en tu día a día. Siempre vas a tener al menos un minuto. Si cada día le damos espacio a algo que nos hace sentir bien durante al menos un minuto creamos el hábito de cuidarnos y probablemente le dediquemos más de un minuto. Quizá en un minuto puedes hacer cuatro respiraciones lentas y profundas, en cinco meditar o bailar una canción que te guste, en diez darte un baño relajante, en veinte salir a dar un paseo o llamar a una amiga, etc.
En su nuevo libro Parir en casa, la comadrona Laia Casadevall asegura que dar a luz en casa mejora el vínculo entre la mamá y el bebé, favorece la correcta instauración de la lactancia materna y previene la depresión postparto. ¿Estás de acuerdo con ella y en que hace falta romper muchos falsos mitos sobre esta cuestión?
No puedo estar más de acuerdo y, más allá de mi opinión, así lo demuestran los estudios. Dar a luz es un evento íntimo y como dice Michel Odent, la primera intervención es salir por la puerta de tu casa. El entorno es sumamente importante para que fluya. A lo que mencionas añado que disminuye también la probabilidad de hemorragia, de desgarros graves y de intervenciones. La cultura del miedo alrededor de este evento hace que haya muchos mitos alrededor de dar a luz en casa y demasiados intereses detrás de que sigamos asociándolo a un evento médico, arriesgado y patológico.
Las mujeres que elegimos parir en casa nos enfrentamos a mucho juicio social. Se nos trata de temerarias o las personas más pasivas agresivas suelen calificarnos de valientes. Ambos adjetivos vienen a decir lo mismo. Se percibe que asumimos más riesgos que si estuviésemos en un entorno clínico. El riesgo cero no existe en nada en la vida. Todo tiene beneficios. Todo tiene riesgos. Parir en el hospital tiene riesgos que decidimos no asumir.
Una nueva forma de entender y vivir esta etapa en la que la única preocupación debería ser el bienestar de la mamá y el bebé. Por eso es mejor saber qué esperar después de dar a luz, para estar preparada y no tener unas falsas expectativas que después te hagan venirte abajo.