Disfruta con la ficción. Con recrear situaciones buscando musicalidad. “Me gusta que mis novelas tengan banda sonora”, confiesa Mónica Carrillo, presentadora de informativos de Antena 3 y escritora. Sus más de 600 microcuentos publicados en Twitter dieron pie a su debut literario, La luz de Candela (Planeta), un fenómeno de ventas. Olvidé decirte quiero es su segunda novela y va encaminada a seguir la gran acogida que ya experimentó la primera vez, mientras ella, inquieta, se siente cada vez más cómoda en su papel de escritora.
¿Cuál ha sido el germen de tu nueva novela? Cuéntame cómo empezó todo...
La idea me surgió en un avión. Durante un vuelo, pero no porque fuera un vuelo movido... Me vino a la cabeza qué pasaría si sucediera un accidente y no nos pudiésemos despedir de nuestros seres queridos, qué pasaría si el final fuera así, de repente... Esa idea la dejé germinar, fue creciendo con el tiempo y cuando tuve la historia de Malena, el principio y el final, la trama, me puse a escribir. “Me llamo Malena y es posible que muera hoy”, a partir de esa primera frase lo que quería era atrapar al lector con el dolor físico, la confusión, la angustia vital, los miedos, la parte más emocional...
Te gusta utilizar la primera persona, el monólogo interior. En tu anterior novela también aprovechas este recurso.
Me siento bien haciéndolo y creo que es una manera directa de conseguir que el lector se ponga en situación, y parezca que sea muy real.
También intercalas poemas, fragmentos de canciones, microcuentos... Que propician la reflexión personal.
Es la idea, me gusta mucho jugar con las palabras. El mismo título de la novela, Olvide decirte quiero, invita a leerlo varias veces. La novela habla de los “te quiero”, y los “quiero” que nos hemos olvidado decir; de las voluntades y de las cuentas pendientes; de las conversaciones que no hemos tenido y habríamos deseado tener...
¿Crees que dedicamos poco tiempo a meditar sobre nuestra vida?
Creo que llevamos una vida demasiado rápida pero hay veces que no paramos deliberadamente. Porque si nos detenemos y observamos lo que pasa a nuestro alrededor corremos el peligro de que no nos guste lo que vemos. Muchas veces buscamos formas de evasión para no afrontar la realidad. Así que en determinados momentos es bueno hacer ejercicios de introspección.
La historia de Malena ofrece muchas lecturas: es una oda a las segundas oportunidades, a volver a empezar...
Efectivamente, el mensaje es “estamos a tiempo, estamos vivos... Pero vivamos la vida como si no existiese un mañana”. Todos deberíamos darnos una segunda oportunidad, pero la vida no siempre te la ofrece. Lo que sí sabemos es que hay una primera. Toda la novela va destilando –e invita a la reflexión al lector– que debemos poner de nuestra parte para no dejar tantas cuestiones en el tintero. Nos dice: seamos más abiertos, más generosos, más expresivos... Porque en los momentos clave, a la hora de la verdad, lo que realmente nos importa son las emociones, los afectos.
Hay muchos momentos en los que te puedes sentir identificada con la protagonista. O con otros personajes.
En ese limbo en el que se encuentra Malena, el lector va viendo que tiene heridas abiertas, la va conociendo conforme ella va recordando su vida y qué heridas le han dejado más huella. Al final son sentimientos de protección, de celos, de rabia por la pérdida, de lealtad... Son emociones que nos unen a todos. Por eso es fácil sentirse identificada con todos los protagonistas.
Pero también le pones humor. Como con su perra, Mia, que le habla y aconseja.
Buscaba su alter ego y alguien que desdramatizase. Con ese afán de tener al lector enganchado en la intriga, sentía que debía oxigenar un poco la historia. Tengo devoción absoluta por los perros, me encantan y era una manera de homenajearlos, pero también de dar otra versión no tan subjetiva de los recuerdos y las vivencias de la protagonista.
Supongo que con tanto drama corres el peligro de que el lector se lo crea menos.
Sí, porque la vida no la conforma el drama absoluto, y cualquier situación con sentido del humor es mucho más saludable no digo que sea fácil, porque hay situaciones que cuesta mucho desdramatizar. Solo que ayudará, al igual que el reírse de uno mismo. Recrear momentos más pasionales o más felices es una manera de evasión.
También hablas del amor de pareja desde el sufrimiento...
Muestro por qué Malena se empeñó tanto en un amor que no la hacía feliz, en esa insistencia, esa tozudez y por qué se muestra algo injusta con un amor más generoso. Y este tema me parecía una reflexión que deberíamos hacer. Es justo corresponder a las personas que son generosas en los afectos, es justo atenderlas pero, lo que solemos hacer, como siempre están ahí es no atenderlas. Hay que ser generosos de manera activa. Quería mostrar algo más allá del cliché del chico malo que atormenta y la relación más saludable.
Mario es, en ocasiones, detestable...
Me cuesta mucho hablar mal de mis personajes [risas]. Pero los actos de Malena tampoco son defendibles al 100%. Yo los pongo en situación y luego que cada lector opine...
¿Estás feliz con el resultado? ¿Es lo que querías transmitir?
Hasta que no recibes el feed back del público estás nerviosa, pero con ganas. Estoy satisfecha, pero siempre necesitas que el público te dé su respuesta. Me encanta ver cómo cada lector se mete en la piel de los personajes e interpreta la historia en base a sus vivencias. Eso me encanta. Con la respuesta del público se cierra el círculo de la escritura, que, para mí, tiene su razón de ser cuando emocionas a los lectores.
Seguro que te lo han preguntado muchas veces... ¿Es autobiográfica?
Me gusta que me lo preguntes. Cuando lo hacen siempre me digo: “eso es que tienen la duda, es que la sienten como creíble, ¡qué satisfactorio, bien, buena señal!” [risas] Te diré que me pongo en situación... Y que eso es la ficción.