Nuestro entorno es cambiante, inestable y poco definido. Tenemos que enfrentarnos continuamente a nuevos retos, solucionar miles de problemas y atender a todas nuestras obligaciones y responsabilidades. La vida es exigente con nosotros y a veces también resulta amenazante. Necesitamos una buena dosis de valor para poder hacer frente al día a día, pero la buena noticia es que el valor es una fortaleza emocional y como tal, podemos aprenderla, desarrollarla y potenciarla.
No importa si eres valiente o no, lo que importa es que puedes ser más valiente, más fuerte y más seguro. Te explicaré cómo. Para poder entender cómo funciona el mecanismo del valor tenemos que remontarnos al proceso perceptivo. Procesamos toda la información que recogen nuestros sentidos en un centro de control y vigilancia cerebral. Ante cualquier estímulo nuestro cerebro se pregunta si representa una amenaza. Si la respuesta es negativa, seguimos nuestra vida como si no pasara nada; ahora bien, si la respuesta es afirmativa, nuestro cerebro activa una potente señal de alarma que a su vez activa a los mecanismos implicados en el miedo y la ansiedad.
Después de esta primera valoración, justo antes de que el miedo y la ansiedad tomen el control, realizamos una segunda valoración que tiene como objetivo saber si somos capaces de hacerle frente a la amenaza detectada por nuestros sentidos y por nuestro cerebro. Este último busca rápidamente en sus archivos y registros información sobre si somos capaces de hacerle frente a dicha amenaza, de si tenemos recursos para gestionarla adecuadamente. ¿Sabes dónde busca esta información? En nuestros recuerdos y aprendizajes de situaciones críticas. Rápidamente realizamos un barrido por nuestra historia buscando una situación similar, cómo reaccionamos y cuál fue el resultado.
Puede ocurrir que, a pesar de haber detectado una amenaza, seamos capaces de hacerle frente ya que sabemos que tenemos recursos o que seremos capaces de improvisar dando la mejor respuesta a los acontecimientos. Así que aquí tenemos la clave: valorar lo que nos ocurre. Sabiendo esto, resulta sencillo ganar valor. Para conseguir nuestro objetivo nos tenemos que focalizar en dos posibles áreas de acción.
La primera consiste en trabajar la primera valoración. Lo que no conocemos nos resulta amenazante y peligroso, ergo, tenemos que cultivarnos, investigar, aprender y conocer. Viaja, lee, investiga, curiosea, mira documentales, haz lo que quieras, pero conecta con el mundo y explóralo. Si eres padre o madre, lo mejor que puedes hacer por tus hijos es darles mundo, ya que con cada experiencia se sentirán más capaces, más seguros. Abre tu mente y explora para familiarizarte con la vida en situaciones controladas. De esta manera estarás haciendo como una especie de entreno de laboratorio que te preparará para cuando tengas que entrar en acción.
La segunda estrategia está focalizada en otra valoración: aprende nuevas estrategias de afrontamiento. Dedica un tiempo a conocerte, a explorar las áreas de tu vida que tienes que desarrollar y a trabajarlas. Gana en fortaleza emocional, aprende a pensar constructivamente, aprende a analizar y a tomar las mejores decisiones posibles y de esta manera te sentirás seguro y capaz. Confía en ti, si eres capaz de pensar y analizar, no tienes por qué no ser capaz de dar respuesta a cualquiera de los problemas que te plantee la vida.
