Cumplir años no tiene por qué estar asociado con una afectación de la memoria. De hecho, los expertos insisten en que detrás de un funcionamiento anormal de ésta asociada a la edad puede esconderse un problema de deterioro cognitivo o demencia. Por eso hay que prestar atención si se observan alteraciones significativas.
Y es que recientemente un estudio longitudinal publicado en la prestigiosa revista médica Neurology ha advertido de que los pequeños olvidos diarios, normales debido al exceso de trabajo y de información al que está sometido el cerebro, podrían ser la voz de alarma de un futuro problema más serio. Recuerdan, a su vez, no temerle al especialista ya que un tratamiento precoz puede prolongar la calidad de vida y la lucidez.
¿Cuándo pedir ayuda?
La dificultad para encontrar la palabra adecuada, preguntar en repetidas ocasiones la misma cuestión, la dificultad para concentrarse y prestar atención o los olvidos frecuentes y que no responden a ninguna otra causa (estrés, duelo, jubilación, ansiedad o depresión, por ejemplo) no deberían tomarse a la ligera.
También hay que consultar con el médico ante la incapacidad para realizar tareas ya aprendidas; si no se recuerdan datos, eventos o nombres importantes como por ejemplo los de los familiares; si uno se pierde en lugares conocidos; si se experimenta desorientación en cuanto al tiempo, personas y lugares, o si se comienza a descuidar la seguridad personal, higiene y alimentación.
Es importante estimular la memoria a cualquier edad. Mantenerse mentalmente activo; ponerse retos intelectuales como aprender otro idioma; tocar un instrumento; hacer crucigramas o sudokus, y disfrutar de una vida social y cultural rica y estimulante puede alejar el riesgo de demencia.