Se pilla más rápido al mentiroso que al cojo… ¿Te suena el refrán? Es muy fácil pillar a alguien en una mentira porque no todo el mundo sabe mentir bien. Para crear una mentira y que nadie se dé cuenta de que lo es, es necesario saber, en primer lugar, que la mentira que vamos a inventar tendrá que ser mantenida durante bastante tiempo, quizá más del que creíamos en un principio. La gente, en general, tiene buena memoria y no olvida fácilmente lo que les hemos dicho. Esto quiere decir que mentir implica continuar mintiendo. ¿Verdad que parece difícil? Lo es, sin embargo, hay personas que lo hacen con una facilidad extrema. Son los mentirosos compulsivos.
Mentir implica continuar mintiendo
¿Por qué lo hacen?
Cuando alguien dice una mentira, se mete en un círculo vicioso del que resulta muy difícil salir. Lo malo es que una cosa lleva a la otra y al final ya no puede parar, porque incluso puede que tenga que volver a recurrir a ella en más de una conversación. Los demás le preguntarán por lo que dijo, tendrá que contestar y, seguramente, se vea obligado a seguir inventando detalles, es decir, seguir mintiendo. Y lo peor es que, la mayoría de las veces, no son conscientes de cuando mienten, ni de por qué lo hacen. Tras sus mentiras y su actitud de inventar, imaginar, y fantasear para no decir la verdad, se esconde una muy baja autoestima y un sentimiento de frustración enormes. De ahí que sientan la necesidad de construir una realidad ficticia continuamente.
Es fácil reconocer a un mentiroso compulsivo, pero por si acaso te cuesta diferenciar a la persona que te ha mentido una vez, de aquella que va a mentirte siempre, aquí van algunos rasgos de su personalidad y de su actitud:
- Mienten como objetivo: Les da igual a quien mientan, ni cuándo, ni cómo, ni por qué.
- Mentir es su escudo: Son personas que tratan de evitar siempre los conflictos, los problemas, y sobre todo su responsabilidad en ellos.
- Su única intención es captar atención: Y para conseguirlo, la mediocridad de su vida no les parece suficiente, por eso, mentir es su mejor opción.
- Lo hacen por necesidad: A veces, sí. Es su única forma de huir de una realidad que les disgusta.
- Es un círculo vicioso: Evitar decir una mentira es complicado cuando para salir de una mentira se meten en otra.
- Nunca lo admiten: No, porque significaría tener que darse cuenta de su realidad, aquella que les disgusta considerablemente.
- Son adictos: Es duro decir esto, pero una persona que al hablar, enlaza una mentira con otra, demuestra padecer una adicción como cualquier otra.
- Se sienten seguros mintiendo: Mucho más que si dijeran la verdad.
- Mienten en todo: Ya no son capaces de diferenciar cuándo les es realmente necesario mentir, por eso, ya lo hacen de forma sistemática.
- Se sienten cómodos: No muestran ningún signo de incomodidad cuando mienten.
- Son los primeros: Piensan que sus problemas y sus circunstancias son las únicas importantes.
- Reaccionan muy mal, al ser descubiertos. Un mentiroso compulsivo es capaz de llevarse su mentira a la tumba. E incluso es capaz de tomar represalias e intentar vengarse de quien le ha descubierto.
- No suelen ser capaces de mantener mucho tiempo una relación: A nadie le gusta que le mientan y cuando alguien lo descubre, ve que no puede confiar en esa persona.
Ahora te dejo la sugerencia que mi amigo Joaquín Lorente (autor de Piensa, es gratis) me dijo en exclusiva para mi libro RelacionArte: Una actividad de riesgo… "La credibilidad es la garantía de la relación humana. Quién miente, es un ser sin garantía, y por ello sólo es aprovechable para el divertimiento y el chiste. En el trabajo, al mentiroso compulsivo hay que despedirlo de inmediato; no se puede conducir con un volante sin dirección. En la relación personal, simplemente jamás hay que creérselo; más vale ignorarlo por exceso que por defecto".
Conclusión: Algunos de los resultados que creen conseguir los mentirosos compulsivos son: impresionar al otro, figurar más de la cuenta, ser más vistos que los demás, parecer mejores y más divertidos e interesantes... Resultados todos falsos que, si llegan a producirse alguna vez, duran poco, solo hasta que la gente se da cuenta de que mienten por sistema.
“El mentiroso tiene dos males: que ni cree ni es creído”, Baltasar Gracián.