Ya lo tienes decidido, vas a zambullirte en un proceso de ayuda y además quieres que ese proceso de ayuda sea el coaching. Llevas semanas dándole vueltas, hablándolo con tu pareja, con amigos, buscando información en internet y, ahora que ya lo tienes claro, te asalta una gran duda: ¿cómo elijo un buen coach?
Y es que la tarea de elegir al profesional adecuado no es nada fácil. Hay mucha información, muy diferente, a veces incluso contradictoria y nos vamos dejando arrastrar por la indecisión, la inacción, más indecisión, buscamos más información y, lo que empezó como una idea que te ilusionaba, pronto se convierte en un tema que te agobia.
Te animo a detener esa bola de nieve de dudas e inseguridad. Es una idea magnífica que quieres llevar a cabo por ti, como autocuidado, como vía de aprendizaje, desarrollo y crecimiento. ¡Es una buena idea!
Lo que ha ocurrido es que buscando información, pidiendo opiniones y dándole vueltas al tema, te has bloqueado. Se llama parálisis por análisis y, te lo prometo, no vas a poder salir de ahí a menos que te armes de valor y aceptes moverte aun con esa duda y con esa incertidumbre.
Teniendo en cuenta esto, he preparado una lista de puntos que me parece importante poder valorar a la hora de elegir un coach. No con el ánimo de añadir más información a tu ovillo de dudas, sino con la intención de que puedas depurar tu búsqueda, descartar opciones, buscar algunas nuevas si lo necesitas, comparar y decidir.
Sí, es cierto que no puedes asegurar el resultado, no puedes saber si tu elección es la correcta antes de tiempo; pero sí puedes evitar que te engañen, estafen o timen, puedes tomar una decisión consciente e informada y puedes asegurarte de que tu elección sea una buena elección, independientemente del resultado –si me sigues en Instagram, ya sabes a qué me refiero-.
Coge un cuaderno y un bolígrafo, y vamos al lío.