Hoy es el tercer lunes del mes de enero. Lo que significa que es el Blue Monday, o el día más triste del año, desde que en 2005 el investigador de la Universidad de Cardiff Cliff Arnall lo estableciera así en base a una serie de factores climáticos, económicos o sociales.
A pesar de que el cálculo de esta fecha fuera un requerimiento publicitario que le hizo la compañía de viajes Sky Travel y que no ha conseguido ningún reconocimiento científico, desde hace unos años, el Blue Monday llena espacios en los medios de gran parte del mundo y genera un fuerte debate en las redes sociales cada vez que nos acercamos a esta fecha.
¿Qué se celebra el Blue Monday?
Al igual que hemos hecho con el Black Friday, el Ciber Monday o el Yellow Friday, hemos popularizado y cargado de un significado consumista, con evidentes intereses comerciales, a una fecha concreta del año con el pretexto de mejorar nuestro humor e intentar ser más felices. ¿Y consumir realmente funciona para paliar el malestar?
Ciertamente, nos encontramos en plena cuesta de enero, recuperándonos del batacazo económico de las Navidades; las vacaciones ya empiezan a quedarnos más lejos y vemos un largo recorrido hacia las de Semana Santa; hace frío y los días son cortos; puede que ya demos por perdidos los propósitos de año nuevo y que, en definitiva, nos cueste mucho retomar el ritmo del día a día y que todo ello afecte negativamente a nuestro estado de ánimo.
Pero nada de eso justifica del todo el cuadro parecido al del síndrome posvacacional que muchas personas sufren también durante el mes de septiembre, sintiéndose tristes, ansiosas, irritadas o excesivamente cansadas. O la nostalgia y el bajo estado de ánimo de los domingos por la tarde que, para algunos, pueden llegar a ser las horas más tristes de la semana.

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Consejos para el Blue Monday: ¿efectivos?
Como nos explicaban los psicólogos María Ibáñez y Jesús Jiménez en esta entrevista, sentirnos deprimidos por la vuelta a la rutina indica que tenemos un problema cuyas causas no se han sabido resolver. Es frecuente y habitual, pero no debería “ser normal”.
Eso significa que de poco nos servirán los consejos que estos días abundan en los medios y en las redes como vestirse con tonos alegres, darse caprichos, hacer planes de ocio, hacer más ejercicio, pasar más tiempo con la familia, rodearse de gente positiva, etc.
Como nos explicaban los psicólogos, si hay algo en nuestras vidas que rechazamos tanto, más vale tomar conciencia de ello, aparcar las quejas y las actitudes victimistas y tomar las riendas para hacer los pasos necesarios hacia un cambio real, más acorde con nuestro momento vital, nuestras necesidades y nuestra filosofía de vida.
“No arruines lo que tienes deseando lo que no tienes”, decía Epicuro. Las palabras del filósofo griego mantienen, a día de hoy, todo su significado. Y, lejos de malinterpretarse como una excusa hacia la no acción, las actitudes pasivas o resignadas, deberían darnos la gratitud para apreciar todo lo que nos rodea, la fuerza y la valentía necesarias para cambiar lo que podemos cambiar, y la serenidad suficiente para aceptar lo que no podemos cambiar.