No importa cuántos cabos atemos, cuánto preparemos las cosas o cuántos planes B, C y D tengamos; la reunión, las vacaciones o la cita pueden no salir como esperamos, y no siempre sabemos cómo actuar ante esto.
Las personas que estamos familiarizadas con el desarrollo personal y el contenido motivacional estamos bien enteradas de que el sufrimiento lo crean las expectativas y que cuanto menos nos dejemos llevar por ellas y por la previsión del qué ocurrirá, mejor.
Sin embargo, nadie se escapa. Todos esperamos siempre que todo salga bien, que la reunión sea un éxito, que las vacaciones fluyan y no se tuerzan, y la cita sea todo un acierto. ¿Y qué hacemos si esto no es así? ¿Qué hacemos cuando empezamos a sospechar que algo no está saliendo como debería?
Ese momento en el que te das cuenta
Cada una de las cuatro claves que ofrezco a continuación tiene un paso previo sin el cual no tendrían sentido: darse cuenta.
Imagina una situación, la que quieras, todo está fluyendo normal, estás enfrentando las dificultades como puedes, improvisas, intentas arreglar cada detalle y, de pronto, te das cuenta. De pronto la realidad ha cambiado, te has hecho consciente de que las cosas no están yendo bien.
Un segundo antes de darte cuenta vivías una situación y ahora vives una muy distinta.
Ahora surge la urgencia por arreglar las cosas, ahora aparece la frustración, anticipas peores resultados de los que ya estás teniendo y tienes una tormenta de pensamientos que no puedes controlar y que, dicho sea de paso, lo único que hacen es entorpecerte.
Justo en ese momento, ese momento en el que te das cuenta de esa realidad paralela que venía sucediendo es cuando nace la oportunidad de hacer algo al respecto. Ahí, en ese instante, es cuando puedes detenerte un momento y probar las siguientes claves.