¿Has pensado alguna vez cuántas decisiones tomas a lo largo del día? Si te levantas a la primera o pospones la alarma, si desayunas o no, qué ropa vas a utilizar, si dejas programada una lavadora, si llamas o no a ese cliente, si priorizas una tarea u otra… Y eso hablando de las cotidianas, pero ¿cuántas decisiones importantes tomas cada día?
Tomamos decisiones constantemente, desde las más sencillas a las más difíciles, de las poco importantes a las que pueden cambiar el rumbo de tu vida por completo
¿Y has pensado alguna vez en lo importantes que pueden llegar a ser tus decisiones?
Parece evidente que, cuando tomamos decisiones grandes, nuestra vida va a cambiar; pero hay pequeñas decisiones que también pueden cambiar tu vida sin que te lo esperes.
Sin ir más lejos, a finales de 2021 compré un libro en un mercado solidario, simplemente por comprar alguno de los que había. El libro no llamó demasiado mi atención, así que lo guardé. Dos días después decidí comenzar a leerlo y creo que es uno de los libros que más me ha marcado o transformado.
Tomar la decisión de leer ese libro ha cambiado mi vida. No lo vi venir, pero así ha sido.
Un documental me impulsó a dar el paso al vegetarianismo, hace casi 7 años.
Numerosos viajes también han tenido ese efecto sobre mí.
¿Qué hay de ti? ¿Sabrías reconocer qué pequeñas decisiones han cambiado tu vida sin esperarlo?
Pensar o sentir
Una de las distinciones que trato de enseñar en mi escuela sobre espiritualidad y filosofía slow es cómo tomar decisiones conscientes y, además, cómo hacerlo no solo pensando, sino también sintiendo la decisión.
Hemos aprendido cómo hacer análisis completos, cuáles son las fases de las decisiones –que por cierto, las tienes en este artículo- y también vamos a ir viendo cómo consultar nuestra intuición.
Básicamente la idea es que para tomar decisiones, no solo puedes consultar a tu mente, analizar, revisar pros y contras, y pensar de manera más o menos organizada para elegir la opción que te parezca más correcta.
Eso que llamamos intuición, que a menudo habla de lo que sentimos en el cuerpo, de esas sensaciones a las que no se les puede poner palabras, también nos puede ayudar a tomar decisiones y la forma de practicar este nuevo camino es soltando la ilusión de control en momentos más sencillos e ir aumentando poco a poco la dificultad en la medida en que nuestro cuerpo y mente nos lo permita.
Por ejemplo, puedes empezar por sentir qué te apetece cenar en un restaurante, después sentir qué película ver, sentir qué tarea es más prioritaria o qué curso deberías hacer ahora.
¿Quién toma tus decisiones?
Otro punto interesante que podemos aprender es quién toma nuestras decisiones realmente. ¿Soy yo la que decide o es una de mis creencias? ¿Yo he tomado la decisión o son mis expectativas? ¿He decidido yo o ha sido mi miedo? ¿Lo hago por mí o por otras personas?
Si haces un buen análisis de las decisiones más importantes que has tomado hasta ahora, ¿sabrías diferenciar cuáles has tomado tú y cuáles no?
Hay personas que deciden estudiar lo que sus padres quieren que estudien, personas que se casan porque es lo que toca, tienen hijos o compran casas porque es lo que sucede cuando llegan a su edad. Personas que toman constantemente decisiones basadas en el miedo y personas que deciden un rumbo u otro de acuerdo a creencias sobre sí mismas que nada tienen que ver con la realidad.
Así, el “yo no sirvo para eso” es una creencia que te cierra puertas de manera innecesaria.
Tus expectativas también determinan si haces o no un viaje, si pruebas o no una receta de cocina, o si ves o no una película.
¿Y qué me dices de cambiar o no de trabajo? Creencias, expectativas y miedos parecen liderar la toma de decisiones
Nuestros juicios sobre cómo deben ser las cosas también tienen un papel muy importante a la hora de tomar decisiones. Elegimos con base en lo que creemos que es lo mejor.
De esta forma, tenemos un abanico de fuerzas, energías o conceptos que parecen estar decidiendo por nosotros constantemente.
¿Cuándo fue la última vez que tomaste una decisión “porque tú quieres”?
Piénsalo de este modo: de las decisiones importantes que has tomado los últimos años, ¿cuáles de ellas las has tomado porque tú quieres, porque es algo que tú realmente deseas, porque te sientes llamada hacia ese camino?
¿Cuáles son los sueños que has cumplido últimamente? ¿De quién eran esos sueños?
¿Hacia dónde te estás dirigiendo ahora? ¿Es donde tú quieres ir realmente?