Que el mundo está envejeciendo es un hecho probado a nivel mundial, pero también lo es que las personas mayores viven más tiempo, con mejores condiciones físicas, más salud, con ilusiones y sueños que llevar a cabo y con ganas de tener un papel en el mundo actual. Aprovechamos que es el Día Internacional de las Personas de Edad para hablar de este cambio vital en los mayores de 65, sobre qué percepción tienen de ellos mismos y en qué dirección avanzamos como sociedad para integrar a las generaciones mayores.
A pesar de esto, aún existe la percepción que los mayores de 65 son menos eficientes, menos innovadores y que no están abiertos al cambio. También que su papel debe limitarse a cuidar de los nietos, preparar la comida de los domingos y hacer cosas propias de su edad. Y de ahí aparece el término que describe estos estereotipos hacia las personas de edad avanzada, que es el “edadismo”.
Entonces, ¿hacia dónde evoluciona la tercera edad? Los mayores son curiosos, atrevidos y quieren relacionarse y vivir nuevas experiencias. Cada vez son más las noticias sobre jubilados que se lanzan a emprender, personas mayores que realizan hazañas tan arriesgadas como lanzarse en paracaídas, hacer surf o probar suerte en el mundo del espectáculo, cosas que muchos jóvenes ni se plantearían.
Mayores cada vez más jóvenes
Muchas de las personas mayores cada vez se sienten cada vez más jóvenes y perciben su edad vital unos años menor que su edad biológica real gracias al avance de la ciencia y de la esperanza de vida. Prueba de ello es la enorme demanda que experimentan las agencias de viajes, las marcas de moda o las empresas tecnológicas. Una de ellas, Doro, afirma que muchos de sus usuarios mayores dan el salto al smartphone y tienen interés por la tecnología y las redes sociales.
Nunca es tarde para emprender
En el libro de Fernando Lallana y Ana Virtudes, Abuelos: Nunca es tarde para emprender, que ha llegado a la gran pantalla, se habla sobre este fenómeno cada vez más extendido en el que los mayores llevan a cabo sus proyectos sin que la edad sea un obstáculo para alcanzar sus objetivos. Sin ir más lejos, el mismo prólogo lo ha escrito un emprendedor de 86 años, el profesor Leopoldo Abadía, que saltó a la fama a los 75 con su teoría de la crisis Ninja, considerada la mejor explicación de la crisis económica mundial.
Y sin dejar la crisis, el libro empieza describiendo la situación de un hombre de 62 años que perdió su empleo y que busca trabajo sin éxito, como la mayoría de parados de más de 55 años en España. Sus páginas reflexionan sobre el porqué las empresas prescinden la experiencia de la edad y concluye que éstas también se han impregnado de los estereotipos que reinan en la sociedad sobre los mayores, como que están desfasados o que tienen que dar paso a nuevas generaciones.
Pero este rechazo abre la puerta a la figura del emprendedor sénior, que combate la asociación del concepto con juventud. Emprender no implica necesariamente crear un negocio o startup, sino buscar un objetivo asumiendo riesgos, también proyectos de vida. Los mayores pueden usar sus armas como la experiencia, el conocimiento o el esfuerzo para llevar a buen puerto sus iniciativas.
Integrar los mayores en la sociedad
Como vemos, los mayores tienen mucho potencial, aunque sea diferente al de los más jóvenes, pero enriquecido con la experiencia de los años que han vivido. Aun así, vemos que cuando hablamos de integrar los mayores en la sociedad, el mercado laboral es el terreno más hostil y donde se encuentran más excluidos, sobre todo desde los 50 hasta la jubilación.
La sociedad debe reflexionar sobre su visión de los mayores y del papel que tienen que jugar, desaprovechando sus habilidades e ignorado su sabiduría o bien permitiendo que se sigan formando, estén activos y participando en el escenario social y cultural, promoviendo el intercambio y conocimiento también con los jóvenes.