Es cierto que todos podemos llegar a identificar cuando tenemos una relación tóxica con otra persona, sabemos que es una relación que nos hace daño y que no es lo que verdaderamente queremos. Al llegar a este punto, necesitamos emprender el camino que nos permitirá volver a encontrarnos con nosotras mismas, entendiendo que tendrá que ser lo más lejos posible de esa otra persona con quien hemos estado tan mal. Estos son algunos consejos que te servirán para alejarte de esa relación que te hace mal.
1. Responsabilízate
Está claro que cuando estamos en una relación tóxica y no podemos salir de ella, habrá sufrimiento, pero se trata de comprender que tras ese sufrimiento inicial, nuestra situación siempre mejorará. Es curioso porque a menudo nos da mucho miedo sufrir (para evitarlo decidimos seguir allí, donde estamos profundamente mal), y no nos damos cuenta de que en realidad ya estamos sufriendo y de que estar peor, es francamente difícil. Así pues, tomar la responsabilidad implica compromiso, enfoque y acción. En primer lugar debemos decidir ser la protagonista de nuestra historia y tener claro que no queremos que nuestro papel siga siendo el mismo.
2. Entiende que nunca vas a poder estar con esa persona
Cuando hemos estado en una relación que ha sido tóxica, de poco sirve sumergirnos en la idealización de esa historia, transformándola en algo perfecto y a medida. Pero lo hacemos. Fantaseamos con la idea de que un día eso cambiará, de que la otra persona será como nosotros deseamos que sea, que nos tratará bien, ya no discutiremos, que me dejará ser una misma, que pensaremos igual y comprenderá las cosas que nos molestan y las tendrá en cuenta, etc. Pero lo que no vemos, es que cuando hemos estado demasiado tiempo allí, sufriendo en un lugar que no era para nosotros, ya no hay marcha atrás.
Simplemente no la hay porque no podemos hacer borrón y cuenta nueva, olvidando todo lo que hemos vivido y sufrido. No podemos empezar de cero y todo lo que hemos compartido y experimentado estará ahí, entre nosotros, siempre presente. Será muy difícil evitar las quejas, los juicios o los reproches y eso hará que no podamos volver a funcionar nunca más. Si es que algún día lo nuestro había funcionado, claro.
3. Recuerda los motivos
Es necesario que no se nos olvide por qué hemos tenido que tomar la decisión de cortar, por qué hemos llegado a la conclusión de que era una relación tóxica. Tenerlo claro es muy importante para lograr reunir fuerzas y enfrentarnos a la ruptura y también para evitar recaídas en el futuro. Cuando ya no tenemos esa persona a nuestro lado y nos sentimos solos, hay en nosotros una tendencia a idealizar y a “maquillar” los recuerdos haciéndolos siempre más bonitos de lo que son, transformándolos por completo.
Por ello, es necesario que tengamos muy presente todo lo que ha ocurrido, cada uno de los episodios que nos han hecho daño y por los que hemos sufrido tanto. Podemos anotarlos, hacer un diario o preguntarle a un amigo o familiar que conoce toda la historia que nos ayude a recordar. Cuando uno empieza a plantearse la posibilidad de cortar la relación, es porque ya no quiere a la otra persona. Aunque diga que sí, está claro que si se plantea estar sin ella en vez de seguir a su lado, es porque no la quiere y que, por lo menos, ya no la quiere como pareja.
4. Aprende cómo es una relación sana
Incorporar nuevos conceptos y una nueva manera de entender el amor y las relaciones de pareja. Las relaciones sanas existen, pero para encontrarlas es necesario que tengamos claro cómo son. Para ello, podemos leer algún libro sobre el tema que nos indique qué es lo que tenemos que buscar y, sobre todo, cuáles son las señales que nos indican que tenemos que irnos porque si seguimos allí nunca construiremos nada sano. Saber elegir y saber decir no son dos claves absolutamente imprescindibles para construir una relación que tenga verdadero sentido.
5. Valórate, no lo olvides
Si tienes pensamientos negativos, imaginas las consecuencias negativas de estos y, al final, las atraes. Si haces lo contrario vas a atraer positividad y éxito. Cultivar pensamientos de merecimiento activará en nuestro interior emociones que estarán en sintonía con ellos: emociones de bienestar. Percatarnos de que merecemos lo mejor es una señal que demuestra que estamos en sintonía con la realidad de lo que somos y que, por tanto, tenemos una buena autoestima.
Esta última es fundamental. Valórate y reconócete, no te restes valor. Perdónate a ti misma ante aquellos hechos que, partiendo de la experiencia, habrías gestionado de otra manera. Es necesario que reconozcamos que hemos hecho lo mejor que hemos podido en ese momento concreto, a partir de lo que sentíamos y de las circunstancias. Cuando algo ha pasado es normal que todo el mundo tenga claro cómo deberíamos haberlo hecho.
Aprende más sobre este tema con los consejos de la psicóloga Silvia Congost en el número de diciembre de la revista Objetivo Bienestar