Si has pensado en huir al campo, los semáforos te saturan, el tráfico se vuelve eterno y no llegas a todo, entonces es muy probable que estés padeciendo el coloquialmente conocido como síndrome del urbanita. Es decir, estás saturado mentalmente de todo lo que implica vivir en una ciudad: los estímulos, la rutina, los horarios, los largos desplazamientos… Tu mente ha dicho basta y solo te queda coger aire y respirar profundo en algún monte perdido cerca de los Pirineos o en aquella casita cerca de un lago que suena a película de domingo. Sin embargo, aunque evadirse de vez en cuando de las facturas y las redes sociales está bien, lo importante es aprender a cuidar de nuestro propio espacio personal para que toda esta sobreinformación y actividad propia del siglo XXI no nos sobrepase. ¿Quieres saber cómo hacerlo?
Seguro que no es la primera vez ni la última que lees algo sobre meditación. Esta técnica es, junto al mindfulness, el gran mantra de esta era marcada por la aceleración y el consumo desmedido. En realidad, van bastante de la mano, porque si algo nos pretende enseñar el mindfulness es a mantener la consciencia en el aquí y el ahora, sin ir dando saltos de un lugar a otro, simplemente dejándonos llevar por el sonido de un ave o el sol que se esconde ya tras la ventana. Observar y parar, de eso se trata. Al fin y al cabo, la clave de todo esto está en la simplicidad, en el keep calm, como ya vimos al hablar del método Niksen, el arte neerlandés de no hacer nada.
En ‘Meditación para urbanitas’, un texto recientemente publicado por Libros Cúpula, nos dan la clave para desacelerar el ritmo: “practicar una mirada introspectiva y preguntar a nuestro yo interior qué es lo que quiere, cómo lo quiere y si realmente aquello que quiere se puede conseguir”.
Pero ya sabemos que una cosa es la teoría y otra la práctica. Hay personas que no se ven capaces de parar ni un instante, van del trabajo a casa, de casa al trabajo, los fines de semana socializan, pero apenas se sientan a reflexionar o ver qué necesitan en cada momento. De hecho, este es el gran aprendizaje de la meditación, ya que nos ayuda a crear una perspectiva distinta sobre cómo tratar el tiempo presente para poder tomar decisiones más conscientes sobre nuestro futuro.
La clave está en controlarnos a nosotros mismos para sentir que podemos controlar la situación, y en esto la meditación nos puede ayudar al 100%
Hay algo que es seguro: somos animales sociales, pero también debemos tener autonomía y amor propio para no dejarnos arrastrar por hábitos que pueden resultar contraproducentes para nosotros. Además, si eres un urbanita estresado, meditar puede enseñarte a abrazar de un modo sano y conciliador todos los comportamientos y conflictos que se presenten en tu día a día (que en la ciudad son muchos). Estos son algunos de los impedimentos que dificultan una vida plena, tranquila y ordenada:
- Los horarios indiscriminados para todo
- La sobreocupación de tareas
- La saturación de pantallas, redes sociales, e-mails…
- Las comidas rápidas y poco equilibradas
- La falta de tiempo para el placer, más allá de las obligaciones
- Las horas de sueño escasas y/o irregulares
- El ejercicio físico obligatorio sin disfrutarlo
- La falta de momentos para estar solo/a
¿Qué es la meditación?
Meditar no es solo entrar en un estado de paz y tranquilidad, es conectar de lleno con nuestra intuición, nuestra curiosidad y nuestras necesidades
Meditar es imaginar un mundo, ese que queremos habitar, y lanzarnos a él con seguridad y compasión. Pero, sobre todo, lo que ocurre cuando meditamos es que todo está interconectado, igual que nuestros órganos o sentidos. "Esa sensación de conexión absoluta con nosotros mismos es la que nos ayuda a sentirnos en calma y a desarrollar herramientas que forman parte de nuestra naturaleza humana, como la compasión, el amor, la paciencia o el perdón", explica el texto. En resumen, meditar implica:
- Concentración y plenitud en el presente
- Liberación de la mente para abstraerse de la información exterior
- Creación de nuestros propios pensamientos para ser más conscientes de la situación personal de cada uno
- Focalización en un concepto concreto. Esto se consigue mediante ejercicios de respiración y la recitación prolongada de los famosos mantras («Ooooooommm»)
- Gracias a la repetición se alcanza un estado de subconsciencia (no de inconsciencia) que nos ayuda a llegar al primer punto de este listado
¿Por dónde empezar?
La meditación, en sus múltiples variantes, es un ejercicio que compete a varias partes del organismo y que ayuda a conectar lo físico con lo mental para poder alcanzar un enfoque de la vida equilibrado y, por lo tanto, positivo. Pero no es algo que salga a la perfección el primer día. Quizá al principio te supone muchos problemas, ya que te das cuenta de cómo, al parar, tus pensamientos viajan de un lado a otro. ¡No importa! Deja que caminen solos. Tú solo tienes que encargarte de aflojar el ritmo y dejar de ser un urbanita estresado para convertirte en alguien que disfruta de su vida plenamente, de manera consciente y con independencia del lugar en el que vive. Si todavía te cuesta trabajo, estos son algunos de los consejos que puedes seguir para crear tu propio rincón de paz en el que meditar.