Muchas personas se encuentran con serias dificultades para crear el hábito de meditar. No importa lo sencillo que sea la rutina propuesta o las facilidades que se ofrezcan, al final no logran ni hacerlo el primer día.
La realidad es que meditar genera mucha resistencia por motivos muy diferentes y lo mejor de todos estos obstáculos es que nos revelan cosas muy importantes de nosotras mismas.
Por ejemplo, si te gustaría meditar todos los días como hábito de autocuidado, pero no logras priorizarlo y no terminas siquiera de probar cómo te va, a lo mejor estás muy llena de cosas, a lo mejor tienes obsesión con la productividad o tienes dificultades con el autocuidado en general.
Del mismo modo, si lo pruebas y no terminas de cogerle el gusto, puedes revisar cuáles son los obstáculos que aparecen, comprobar qué te dicen de ti y trabajar para superarlos.
A menudo ni siquiera tiene que ver con la propia meditación; el cuerpo, la mente y el espíritu suelen tener mucho que ver en la resistencia que encontramos.