Actividades como el yoga son beneficiosas para el cuerpo y la mente, pero el ejercicio es solo una parte de su filosofía. Practicarlo en grupo en un ambiente de estudio es una buena forma de aprender las posiciones y sus variantes, pero para una mejor experiencia es esencial disponer de herramientas adecuadas, como objetos de apoyo y un espacio limpio. Nada debe interferir en la concentración porque es necesaria para que la sesión de yoga sea lo más satisfactoria posible.
La sala de meditación ha de ser un lugar relajante donde podamos practicar ejercicio y disfrutar de una reflexión silenciosa. Para crear ese ambiente ideal podemos utilizar distintos aromas. Hay muchos olores que tienen un impacto positivo en nuestro organismo y que nos ayudan, incluso, a mejorar la memoria, paliar el dolor físico o disminuir el estrés. El olor de la naranja nos relaja y nos proporciona calma en situaciones de tensión, como también hace la fragancia a lavanda. Además, el olor de esta última nos ayuda a conciliar el sueño: no en vano es el ingrediente estrella de muchos ambientadores y aromatizadores para la ropa de cama.
Uno de los mejores métodos para aportar un suave olor a nuestro espacio de meditación es diluir las esencias de estos frutos y plantas en agua caliente, para que el vapor resultante de esta mezcla pueda ser absorbido por el aparato respiratorio. Otra manera es la aplicación tópica, utilizando aceites con esencias de acuerdo a la necesidad de cada persona y situación. Sin duda, una excelente manera de relajarse utilizando el olfato.