Vivimos en una sociedad peculiar. Estamos constantemente estresados, preocupados por el trabajo, cortos de tiempo, acelerados, sin tiempo para disfrutar... Y a la vez, vivimos en un bucle continuo de búsqueda de la felicidad, y ya ni hablamos de la falsa apariencia que mostramos en redes sociales.
La felicidad es, posiblemente, el valor central de nuestra sociedad. Vivimos como Will Smith, En busca de la felicidad, matándonos a trabajar para conseguir todo tipo de productos que no necesitamos, centrándonos en aspectos de la vida que no tienen importancia y desperdiciando nuestro tiempo.
Javier Salinas, maestro del yoga, la meditación y el mindfulness, no se ha dejado dominar por este sistema en el que uno vive medio a oscuras y ha creado el libro Cómo ser infeliz de una ver por todas para ayudar a la gente a "poner más en la balanza del ser que en la del tener".

¿Qué es la felicidad?
Partimos de la base de que es un término que cada persona puede entender de maneras muy distintas. Mientras que alguien puede ser plenamente feliz viviendo en una granja en el campo sin ningún tipo de conexión a internet, otra persona puede requerir del bullicio de la ciudad para estar en paz. O una persona puede disfrutar mucho más quedarse haciendo planes en casa que saliendo todos los días con amigos. Y todas las opciones son igual de válidas siempre que sean las que hagan felices a quienes las eligen.
El problema es que, a la vez, la sociedad nos bombardea con la idea de que hay que ser feliz por cualquier medio. "Sé feliz, que la vida son dos días", "No puedes estar deprimido, no tienes motivos, simplemente no estés triste" y otro tipo de lindezas nos llevan a un estado constante de angustia cada vez que notamos emociones diferentes que nos alejan de la felicidad plena. Y así, esa búsqueda nos va alejando precisamente cada vez más y más del objetivo y nos acerca a estados de estrés y ansiedad.
La felicidad, un producto de consumo
Tal vez la clave de dejarnos siempre insatisfechos es el negocio que tiene montado la sociedad consumista, ya que ante esta situación siempre se nos ofrece una solución. Hemos pasado de ser personas a ser consumidores o usuarios de todo tipo de productos o experiencias que, en muchos casos, no necesitamos.
"No se trata de demonizar a nadie. La gente poderosa que establece las reglas del juego tiene la agenda, pero eso no significa que nosotros no podamos vivir de otra manera. Por ejemplo, con los romanos, tú podías ir al circo a ver cómo los gladiadore se despedazaban y participar de ello, o bien, componer una canción o dar un paseo. Siempre hay opciones", sentencia Javier.

Pobreza de tiempo: tenemos más cosas, pero menos tiempo para disfrutarlas
Las redes sociales, un reflejo del problema
Las redes sociales tampoco ayudan con miles de personas mostrando constantemente una aparente felicidad que en muchos casos es falsa, lo que nos hace entrar en otro bucle de comparación que aumenta el estado de ansiedad que aleja cada vez más de la paz mental. "Nadie puede ser feliz en la vida de otro, sencillamente porque ya está ocupada. Tu vida es el único lugar en el que puedes ser feliz, no te queda otra. Y sucede muy a menudo que uno envidia la vida de alguien y precisamente ese alguien está envidiando la tuya", asegura Javier.
Además, todo este comportamiento de envidias y comparación unido al consumismo que hay instaurado en la sociedad ha hecho que cambiemos la forma de relacionarnos, tal y como explica Salinas: "Observamos a las personas como si fueran cosas y eso no puede funcionar, porque es como comprarte un coche sin motor, una felicidad vacía por dentro".
Eso sí, no son las causantes de todo este problema: "Las redes sociales son un reflejo virtual del mundo real, por lo que hay de todo, cosas buenas y malas. Y al igual que en el mundo real uno puede elegir entre ir a un bar hasta las tres de la mañana o levantarse pronto y meditar, en las redes sociales podemos encontrar cosas que nos ayuden o que interfieran con nuestra felicidad", explica Javier.

¿Ser infeliz es la solución?
Ante semejante cantidad de estímulos y de una estructura tan bien instaurada en este sistema consumista es muy difícil salir de ese bucle. Pero Javiel Salinas es muy claro: "Como dice el refrán: mientras hay vida, hay esperanza. Por eso en este libro ofrezco unos cuantos caminos para salir de esta especie de laberinto".
Esos caminos se basan en dejar de buscar la felicidad en falsos lugares, lo que en el libro se traducen como pasos para ser infeliz. Al final, la felicidad no es más que estar en paz con la existencia, sin más artificios. Y todos nos merecemos ser felices, por lo que si esta forma te ayuda a conseguirlo, habrá sido todo un éxito.