Se le llama síndrome de la impostora, en femenino, porque afecta mayoritariamente a mujeres. De manera sencilla y resumida, podríamos definirlo como aquella concepción involuntaria que muchas mujeres tienen de sí mismas, tanto en el ámbito profesional como en el personal, de que no son dignas del lugar que ocupan.
La tercera mesa redonda de la iniciativa #VocesQueCuentan, organizada por Planeta de libros, trata precisamente de esta concepción que tantas mujeres tienen de sí mismas. Moderada por la periodista especializada en cultura Susana Santaolalla, la acompañan Estefanía Molina, autora de ‘El Berrinche Político’ y coautora de ‘Voces que cuentan’, Teresa Baró, autora de ‘Imparables’, Iolanda Batallé, que firma ‘Atrévete a hacer las cosas a tu manera’, y Patricia Campos, expiloto militar, entrenadora de fútbol y coautora de ‘Voces que cuentan’.
Sabemos su definición, pero ¿qué es exactamente el síndrome de la impostora? Según Teresa Baró, podríamos decir que son aquellas “creencias limitantes que nos impiden llegar más lejos. No es culpa nuestra, sino fruto de una educación recibida, y muchas veces lo que lo provoca es el entorno. Hay que concienciar a los entornos profesionales para que no se potencie esa sensación de que no valemos suficiente”.
A Patricia Campos le gustan las cosas que a priori se relacionan con lo masculino, como el fútbol: “de pequeña me decían que no tocara la trompeta, porque era una niña y los labios se me deformarían cuando fuera mayor”. Fue la primera mujer de la Armada en pilotar un reactor, y asegura que una vez llegó a piloto no sintió ese síndrome de la impostora, pero su alrededor pretendía que lo hiciera: “tienes que demostrar cada día lo buena piloto y perfecta que eres, hay una presión constante. Hice una oposición que me costó mucho esfuerzo, e incluso así cuestionaban mi lugar. Cuando vi que no era feliz, salí por patas. Me tuve que ir de mi propio país para ganarme la vida en algo que me apasiona: el fútbol”.
Revolución del liderazgo
Esta sensación de ‘impostora’ está muy relacionada con la manera de liderar que se ha aceptado como la correcta, y que se ajusta al modelo heteropatriarcal.
En ‘Atrévete a hacer las cosas a tu manera’, Iolanda Batallé habla sobre una revolución del liderazgo: “cuando lleguemos a posiciones de dirección y liderazgo, tenemos la responsabilidad de hacerlo a nuestra manera. Cuantas más personas distintas lleguen a estos puestos, más normal serán estas distintas maneras de liderar”.
Un ámbito donde, según Estefanía Molina, se conjugan varios elementos como la criminalización de la ambición en las mujeres o los nuevos neomachismos que están surgiendo: “hay un corporativismo entre chicos jóvenes donde la mujer joven y competitiva es vista como una intrusa”.
Deberíamos revisar el concepto de lo masculino y lo femenino
La autora de ‘Imparables’ añade que “tenemos muchas trampas en el camino. Si eres una mujer resolutiva, que pisa fuerte o firme, se te dice que eres mandona. ¿Nos tenemos que obligar a hablar de una determinada forma que es la que se supone que es la femenina? Estamos atrapadas en un espacio donde, hagamos lo que hagamos, está mal visto por unos o por otros”.
Madres y referentes
Por eso es importante que existan referentes en las que identificarse y de las que aprender. “Es responsabilidad de todos y todas compartir cada caso y experiencia para ir creando referentes y realidades de posibilidad”, asegura Batallé.
Y si hablamos de un referente claro, el primero y más inmediato suelen ser las madres: “las madres sacrifican toda su vida para dar alas a sus hijas. Tienen un papel clave en lo que va a ser el futuro, pues han sido durante siglos las principales transmisoras del machismo, y ahora tienen la responsabilidad de hacer este cambio para sus hijas e hijos”, señala Baró.
“Las madres son las personas que más nos quieren y que nos han abierto el camino para hacer realidad nuestros sueños”, añade Campos.
Ninguna vida de las abuelas ha sido en vano, sino que ha tenido un valor incalculable para nuestra emancipación
También son inspiradoras todas las abuelas. Como explica Iolanda en su libro, “la manera que yo viví en casa de la abuela de liderar ha sido inspiradora, aunque ella no lo supiera. Destruir el patriarcado significa dar sentido y valor a tantas vidas vividas desde la cocina, desde la humildad”.
Por eso es tan importante agradecer a las generaciones que nos han precedido, mujeres luchadoras que han arriesgado su reputación y su vida para luchar por la libertad de todas. Y también por eso, en palabras de Baró, “es tan importante que nosotras nos sintamos privilegiadas y escribamos libros, porque nuestras madres no pudieron, pero nos dieron las alas para poder hacerlo hoy”.

La autoestima interior
¿Qué podemos decirles a todas esas niñas y jóvenes para que no se sientan impostoras? Todas las ponentes coinciden en que hay que luchar contra los estereotipos. Sin embargo, como explica Molina, “son tiempos muy duros para ser mujer. En redes sociales, los inputs reman en tu contra: fotos de cuerpo, cara, ropa… donde no se aprecia lo que es la mujer real. Para eso hacen falta estímulos externos como los de los padres, porque la autoestima también se construye desde fuera”.
Iolanda Batallé destaca la importancia de “repetir que sus voces son importantes, que también cuentan”, a lo que Patricia Campos añade que “hay que creer en ti misma, porque cuando crees en ti misma es cuando consigues lo que deseas, por muchos obstáculos que existan. En ese sentido, hay que buscar la autoestima interior para que, por mucho que te falle la exterior, no puedan apartarte de tu camino”.
La revolución generosa
Hay que ser generosas. Debemos hacer las cosas a nuestra manera, pero siempre desde la generosidad: “para cambiar las cosas, hay que hacerlo desde un lugar que acoge. La revolución es generosa: para dirigir cualquier proyecto con una voluntad de servicio, la generosidad es clave”, explica la autora de ‘Atrévete a hacer las cosas a tu manera”.
“Ser generosa va en el ADN de la forma de gestionar el poder de las mujeres, también huyendo de estereotipos. Las mujeres tenemos mucha capacidad de estructurar en horizontal”, apunta Molina.
Cuando Patricia estuvo en la base militar y vio cómo podía ser el mundo, no estuvo contenta con lo que vivió y la gente que se encontró. “Tienes que ser generosa, sí, pero siendo como realmente te apetece ser, tratar como te gusta que te traten. Al final, si eres tú misma la gente lo apreciará”, sentencia la entrenadora de fútbol, que hoy no cambiaría sus vivencias porque “todas las cosas que podían ser malas me han venido muy bien para ser quien soy”.
Examen de consciencia
Otro de los grandes problemas en el mundo laboral es la rivalidad existente entre las mujeres. “Hay que hacer examen de consciencia porque a veces pensamos que solo hay un puesto para una mujer y tendremos que pelear con las demás para conseguirlo”, asegura Estefanía.
Dejemos de pedir permiso y empecemos a manifestar lo que deseamos
“Otra de las causas del techo de cristal es un factor interno, esa incapacidad para postularte para un puesto de trabajo mejor o pedir una mayor remuneración en una entrevista. Siempre que te ofrezcan algo, di que sí. Se aprende haciendo, si te lo han propuesto será por algo. Reivindica lo que crees que te corresponde, y pide las cosas que te hacen ilusión”, añade Iolanda Batallé, que finaliza recordando que “en este aspecto, siempre es mejor pedir perdón que pedir permiso”.