Durante muchos siglos, la sociedad ha recreado el mito de la rivalidad entre mujeres, incluso cuando no ha sido real. Muchas mujeres son amigas y, aunque también haya algunas que son enemigas, no significa que la totalidad del sexo femenino esté siempre en modo lucha.
Otro de los mitos, es el que dice que las mujeres son peores como enemigas que los hombres. Tampoco es cierto y no se sabe en qué se basa esa idea. No podemos olvidar que los hombres suelen ser los que hacen y hacían las guerras, salvo pocas excepciones, e históricamente es una realidad que no admite debate.
Son las ideas machistas las que proyectan esa idea de mujeres enemistadas unas con otras y en competencia constante
Habitualmente, son las ideas machistas las que proyectan esa idea de mujeres enemistadas unas con otras y en competencia constante, pues aunque sea cierto en ocasiones, hay muchas otras en las que no lo es. El ser humano tiende a quedarse con lo negativo y a elevarlo al nivel de totalidad, en lugar de quedarse con la parte positiva, que es a la que deberíamos prestar más atención. Sobre todo porque si ensalzáramos lo positivo y lo eleváramos a ese nivel generalizado al que solemos llevar lo negativo, los hechos positivos como la amistad entre mujeres, aumentaría considerablemente.
Hoy día todo está cambiando y la idea de una rivalidad entre mujeres ha quedado obsoleta. La sororidad es la nueva tendencia que prevalece entre nosotras y el significado de esta palabra es toda una declaración de intenciones, que muchas ya hemos hecho nuestra, las que elegimos no llevar la competitividad, más allá de la sana idea de ser mejores cada día. No estamos solas, ni somos cuatro, como algunos opinan, somos un grupo que aumenta cada minuto, incluso en la distancia. En la actualidad, los kilómetros que nos separan unas de otras se acorta gracias a las redes sociales, pues lo que de verdad separa a las personas, no es la distancia física, sino la distancia entre las ideas y los valores.
La hermandad femenina
Según la RAE, sororidad es un término derivado del latín soror que significa hermana. Es posible que te cueste creer en una verdadera hermandad entre mujeres, sin embargo, tienes que saber que esto que empieza a potenciarse actualmente, fue una realidad histórica.
En la antigüedad, cuando los hombres y mujeres daban culto a la Diosa madre, era más fácil aceptar la idea de que las mujeres eran seres igual de valiosos que los hombres. En cambio, las épocas de culto a un Dios masculino ha hecho mucho daño a la percepción que hay sobre las mujeres en general, y también a la que nosotras tenemos sobre las otras mujeres.
Los hombres tampoco nos han dado un buen ejemplo, peleando siempre entre ellos y obligándonos muchas veces, a tener que hacerlo también nosotras. En mi novela “Los mares del alba (Penguin Random House)”, el motor principal de la historia es el grupo de mujeres sabias que se reunían cada noche de luna llena en una playa de Altea, llamada Cap Negret, a experimentar algo en lo que solo ellas creían, su calidad de seres igual de importantes que los hombres.
Este es el mejor momento para optar por un respeto entre nosotras y una idea de hermandad que nos lleve a empoderarnos como merecemos
En una época en la que la vida de un hombre no valía nada, puedes imaginar lo poco que valía la vida de una mujer. Se reunían a realizar un ritual que las empoderaba, porque el único poder y la única fuerza que podían encontrar estaba su interior, y solo ellas podían ayudarse unas a otras, cuando los hombres de sus vidas las trataban prácticamente como esclavas, sin hacer diferencias de condición social, cultural, o económica. Todas ellas eran moneda de cambio para las pretensiones masculinas, esposas e hijas, criadas y señoras, sufrían la misma esclavitud.
Pero hoy, muchas otras mujeres: pensadoras, filósofas, escritoras, psicólogas, y otras que tienen profesiones relacionadas con el pensamiento y la razón, se han dado cuenta de que no hemos sido capaces de elegir realmente la forma en que queremos comportarnos unas con otras, y este es el mejor momento para optar por un respeto entre nosotras y una idea de hermandad que nos lleve a empoderarnos como merecemos, de una vez.