1. Ser egocéntrico: Quizá te ayude a conseguir tus metas? o no. Considerarse el ombligo del mundo te pasará factura con el tiempo. Además, denota una personalidad infantil e inmadura. Analiza las necesidades de tu entorno y trabaja en equipo.
2. Ser egoísta: Esta forma de desenvolverse está también muy unida al egocentrismo. Las personas egoístas no son capaces de empatizar. Ponerse en el lugar del otro activa los sentimientos de compasión y fraternidad, rasgos que acabarán beneficiándote.
3. Desconfiar de todo el mundo: No es bueno ir por la vida como un alma cándida porque puedes ser víctima de la mala fe de los demás. Pero tampoco te beneficiará desconfiar en exceso. Suele esconder un problema de inseguridad que debería superarse.
4. Ser demasiado impulsiva: ¿Quieres convertirte en una esclava de tus impulsos y arrepentirte una y otra vez? A menudo la vida requiere tomar decisiones arriesgadas y rápidas pero intenta que no estén dominadas por tus emociones. Antes de lanzarte, tómate al menos unos minutos para reflexionar si eso te conviene o no.
5. Terribilizar: El psicólogo Rafael Santandreu explica en su libro El arte de no amargarse la vida que hay que procurar huir de los extremos. Ponerse en lo peor, tener una actitud derrotista o terribilizar no te ayudará a superar los problemas. El secreto está en ocuparse, no en pre-ocuparse. Espera a que lleguen los problemas para solucionarlos del mejor modo posible. Mientras tanto, disfruta.
6. Dudar de todo: La duda permanente hará que los demás desconfíen y, en el trabajo puede traerte problemas. Si dudas, procura que no se note. Una forma de superarlo es convencerte de que errar es un buen método para evolucionar. Mírate desde fuera y deja a un lado el perfeccionismo. Todo el mundo tiene derecho a equivocarse.
7. La timidez patológica: La timidez es otro rasgo de la personalidad que debe trabajarse para que no perjudique la calidad de vida. Puede producir miedo a hablar en público, a relacionarse e incluso fomenta el aislamiento. Apuntarse a talleres de oratoria o teatro son buenas herramientas para superarla.
8. Ser demasiado susceptible: ¿Te tomas todo demasiado a pecho? ¿Piensas que todo el mundo va contra ti? Si es así quizá eres demasiado susceptible. La vulnerabilidad va muy unida a la inseguridad y a la necesidad de una constante aprobación. También es posible que se acompañe de cierta tendencia egocéntrica. Piensa que los demás no están tan pendientes de tus actos como sospechas. Y que el hecho de que no te hayan dado los buenos días o no hayan alabado tu trabajo no quiere decir que no lo valoren. Simplemente, el resto del mundo también tiene sus propios problemas. Pon el foco de atención en otros y piensa cómo reaccionarías tú si fueras el observador.
Supera los 8 defectos que más pueden perjudicarte
Algunos rasgos de la personalidad pueden hacer más daño que otros y enturbiar las relaciones. Identifícalos para ponerles remedio.
