- Suelen ser personas que rehúyen los conflictos y con tal de no sufrir, ceden a la voluntad de quien sabe que presionándoles un poco, consigue lo que desea.
- Otros tienen la necesidad de sentirse aprobados e integrados en el grupo. Por ello no expresan sus deseos, necesidades e intereses, porque si éstos van en contra de la voluntad del grupo, de la pareja o del jefe, temen ser rechazados o despedidos.
- La inseguridad es otro de los motivos. Son personas que necesitan ser guiadas, incluso que tomen decisiones importantes por ellas. En este caso, la persona que manipula no tiene una actitud intencionada de hacerlo, sino que se ve conducida a esta situación. Hay muchas personas en pareja a las que les cuesta hacer planes, tomar decisiones o simplemente expresar lo que desean. Detrás de esta conducta se esconden ideas como evitar el conflicto o priorizar las necesidades de los demás. La otra parte de la pareja se ve en la obligación de decidir por los dos y le lleva a sentir que está manipulando, que siempre se hace lo que él o ella dice y que le encantaría que los papeles estuvieran más repartidos.
- El sentimiento del deber y la obligación. Sus argumentos pueden ser tan persuasivos que llegas a convencerte de que tú estás en el error y que debes hacer lo correcto. Por supuesto que lo correcto es lo que dicta el otro.
- Haber tenido una educación encorsetada, en la que no te han inculcado decidir ni pensar por ti misma ni tomar decisiones, y te han sobreprotegido. Hay padres que han decidido por los hijos hasta la carrera universitaria. Han vivido la vida de sus hijos tomando por ellos decisiones importantes que les han condicionado. ¿Cómo no van a seguir dejándose influenciar por amigos, parejas y otras personas si siempre les han dicho lo que tenían que hacer, cómo, cuándo y dónde?
¿Te dejas manipular fácilmente?
Uno manipula porque otro se deja manipular. La psicóloga Patricia Ramírez nos da estos puntos para saber si eres el tipo de persona que se deja influenciar sin barreras.

Título de la imagen