Desde que estalló la pandemia se ha visto una tendencia a hablar cada vez más abiertamente de los problemas de salud mental. Ya conocemos el impacto negativo que ha tenido la COVID-19 en el estado mental, causando muchos problemas de ansiedad y depresión.
Sin embargo, desde hace unos años también hay otra pandemia silenciada en este ámbito: la ecoansiedad y la solastalgia, ambas caracterizadas por su relación con la preocupación por el estado del medioambiente.
¿Qué son la ecoansiedad y la solastalgia?
Es de sobra conocido el daño que está sufriendo el medioambiente por la actividad humana. Aunque todavía queda mucho por hacer, algo positivo es que las nuevas generaciones son cada vez más conscientes de la importancia de tomar medidas para cuidar el planeta. Pero, precisamente, pensar en el futuro del medioambiente también puede abrumarnos y crear una sensación de angustia, miedo y palpitaciones.
Es lo que se conoce como ecoansiedad, o dicho de otra forma, son las sensaciones negativas que se desencadenan por la preocupación sobre las condiciones medioambientales. "También se conoce como ecoangustia, ecomiedo, ecoculpabilidad o, incluso, 'duelo' medioambiental", explica Gemma San Cornelio, profesora de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC e investigadora del grupo Mediaccions. En cambio, la solastalgia se refiere a esa angustia o estrés causado por presenciar ese deterioro medioambiental, es decir, ya se ha vivido, mientras que en la ecoansiedad es la preocupación por lo que vendrá.
Un 45 % de las personas creen que la preocupación por el clima afecta de forma negativa a su vida cotidiana
Los datos no dejan lugar a dudas. Según publica The Lancet en una encuesta reciente a 10.000 personas de 10 países diferentes y edades entre los 6 y los 25 años, un 45 % de las personas encuestadas afirma que la preocupación por el clima afecta de forma negativa a su vida cotidiana, tres cuartas partes creen que "el futuro es aterrador", y un 56 % asegura que "la humanidad está condenada".
"El cambio climático ya no es un constructo abstracto, sino algo que forma parte de nuestro día a día. La negación y la procrastinación extremas que hemos ejercido históricamente en este asunto hacen que lo percibamos como algo a lo que hemos llegado tarde. Sentir que ya vamos con retraso incrementa la ansiedad", explica Enric Soler, profesor colaborador de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC.

Aunque se trata de un fenómeno que puede afectar a cualquiera, es más común entre los jóvenes. "Los jóvenes son más sensibles al tema: han sido educados en la conciencia ecológica porque el futuro les va a tocar a ellos. Además, se consideran víctimas de los actos de irresponsabilidad de las generaciones precedentes", afirma San Cornelio. Precisamente, el 65% de los encuestados afirma que "los gobiernos no hacen lo suficiente para evitar una catástrofe climática", mientras que el 61 % comparte la idea de que "no me protegen a mí, al planeta y/o a las generaciones futuras".
En esta línea, también un estudio de 2021 de la Universidad de Bath afirma que la ansiedad y la angustia climáticas están relacionadas con la percepción de una respuesta gubernamental inadecuada, y crean sentimientos de traición y abandono. Esta angustia es un problema que va más allá de lo político, porque atañe a una perspectiva de daño personal y ecológico de los jóvenes. De hecho, cuatro de cada diez jóvenes de dicho estudio se plantean no tener hijos por este motivo. "Seguramente el porcentaje de jóvenes que no desean tener descendencia irá aumentando de forma inversamente proporcional al nivel de deterioro del planeta Tierra", asegura Soler.
Sin embargo, cada vez son más las grandes compañías que pasan a la acción. Un ejemplo es Grundig, la marca líder de electrodomésticos y electrónica de consumo para el hogar. Con su nueva campaña Un futuro sin eco-ansiedad han presentado una gama de electrodomésticos con innovadoras tecnologías que proporcionan soluciones sostenibles en los hogares. Frigoríficos optimizados, televisiones con modo eco o lavadoras con cubas sostenibles son solo algunos de sus modelos con los que cuidar el planeta desde casa.
¿Cómo podemos enfrentar la ecoansiedad y la solastalgia?
En muchos casos, las personas que no sienten esa preocupación por el medioambiente existe lo que se llama sesgo de la acción única, que hace que justifiquemos múltiples acciones contaminantes por una acción verde que realizamos. "Tenemos muchos argumentos y justificaciones sobre nuestro comportamiento ecológico: uno es pensar que no nos corresponde a nosotros como ciudadanos, sino que son las empresas, las instituciones y los gobiernos los que deben tomar medidas", explica San Cornelio.
También usamos la idea de compensación (por ejemplo, "si hago una acción contaminante, planto un árbol y ya"), o bien el argumento de que las medidas para frenar el cambio climático no son tan urgentes y pueden retrasarse.
El 65% de los encuestados afirma que los gobiernos no hacen lo suficiente para evitar una catástrofe climática
Para Soler, también existe el sesgo optimista que nos hace pensar que los refugiados climáticos "no vamos a ser nosotros". "Es una característica humana que consiste en subestimar las posibilidades de que nos ocurran cosas negativas en el futuro. Tiene una función adaptativa: disminuir la ansiedad y el estrés", afirma el experto. "Es un pensamiento egoísta basado en que los efectos de la crisis solo van a padecerlos las personas y colectivos con menos recursos", detalla San Cornelio. "El sesgo optimista está influido por las condiciones ambientales: cuanto más próximos nos encontremos a los refugiados climáticos, menos vamos a tender a pensar que a nosotros no nos va a tocar huir", concluye Soler.
Al fin y al cabo, está en la mano de todos y cada uno de nosotros poder salvar el planeta, desde pequeños gestos cotidianos hasta grandes leyes sostenibles. Por ejemplo, ahora puede seguir estos consejos para un otoño saludable y sostenible y ayudar a tu cuerpo a la vez que a a La Tierra.