Hace ya muchos años que vengo observando este fenómeno y sí, algunas ocasiones se produce porque no se logra desconectar –literalmente- del trabajo, pero la inmensa mayoría del tiempo son la rapidez y la productividad las causantes de ese estrés y posterior cansancio.
Y no, nada tiene que ver con el trabajo, están dentro de nosotras, corren por nuestras venas y nos afecta incluso cuando logramos cortar el lazo con la empresa en vacaciones o incluso cuando no tenemos un empleo. ¿Qué está pasando?
La rapidez está dentro de nosotras
La rapidez está dentro de cada una de nosotras y nos afecta por igual tengamos la vida que tengamos. No importa si se es o no madre, no importa si se trabaja por cuenta ajena o propia, no importa si no se tiene trabajo y se vive un eterno periodo sabático. La rapidez está en el sistema y vivimos zambullidas en él.
A menudo pretendemos desconectar en vacaciones después de todo un año hiperconectadas. Como imaginarás, no es posible. Es como si yo, que no he corrido en todo el año, para cerrar el ciclo pretendo terminar una carrera de 10km. No estoy segura de que lo logre.
Desconectar, bajar el ritmo y recuperar el foco son habilidades que necesitamos entrenar y practicar durante todo el año. Durante toda la vida, de hecho. De no ser así, no sabemos hacerlo cuando llega el momento en que pasa a ser una necesidad.
Adicionalmente, ocurre otro fenómeno interesante. Y es que, en la carrera por irnos de vacaciones con todo cerrado, aceleramos al máximo hasta el último día.
Y después de ese sprint de última hora, ni el cuerpo ni la mente pueden frenar en seco. Se tarda unos días, o semanas, en poder desconectar por completo y disfrutar de un ritmo lento, natural y alineado con lo que de verdad deseamos.
Es curioso comprobar cómo ese estado de aceleración interna se mantiene durante unos días, después logramos bajar un poco el ritmo, aunque nuestra mente siga muy activa, y finalmente logramos parar cuando ya nos tenemos que volver.
Y así es como se reproducen los pensamientos: “Esto ni son vacaciones ni son nada”.
¿Qué hacemos para que esto no ocurra otro año más?
La mejor recomendación que puedo hacer es que te rindas a la filosofía slow, la adoptes como forma de vida y practiques ese desconectar diariamente. Lee sobre ello, escucha podcast, ve vídeos, cuídate e invierte en ti.
Utiliza esta revista digital como espacio de crecimiento, elige nuevas lecturas, prueba con mi libro Slow Life o mi escuela en Patreon.
Ahora bien, no solo se trata de práctica diaria. Hay algo que puedes empezar a hacer hoy, y así prepararte para las vacaciones de este año: