La realidad siempre haciendo de las suyas
Nos guste o no, siempre estamos generando expectativas acerca de lo que va a ocurrir y, por exceso o por defecto, la realidad puede no cumplir con ellas. Esperamos poder descansar, comer bien, relajarnos y olvidarnos de todos los problemas, pero pronto caemos en consciencia de que hemos vuelto a imaginar unas vacaciones utópicas.
Los planes pueden no salir cómo esperamos, las personas pueden invadir nuestro espacio personal con su sombrilla, los suegros, los juguetes de los niños, la pareja con la que difícilmente coincides en casa y que de pronto tienes al lado las 24 horas del día, son algunos de los ejemplos que se me ocurren cuando pienso en el mix de palabras «vacaciones y tolerancia».
¡Pero que no cunda el pánico! Estar en paz con la realidad es posible y voy a contarte cómo: con mindfulness.
Además, por si tus vacaciones son siempre muy buenas y no te identificas con los ejemplos anteriores, voy a darte otro motivo por el cual terminar de leer este post: las vacaciones pasan rápido (y lo sabes) y poner en práctica tu capacidad de atención plena te puede echar una mano para vivir cada día con intensidad sin que pase desapercibido.
Para todo esto, y mucho más, mindfulness
La propia práctica de atención plena puede ayudarnos a transformar la realidad que vemos, ¡pero no solo eso! Si esto no fuera suficiente, es una base perfecta para trabajar y desarrollar otros conceptos que sí pueden resultar determinantes en la gestión de nuestra relación con lo que está ocurriendo: tolerancia, empatía, asertividad, etc.
Antes de continuar, si quieres saber más sobre el tema, te invito a leer:
- ¿Por qué iba yo a querer observarme?
- 5 formas de integrar el mindfulness en tu día a día
- Ponte a prueba: un día entero con atención plena
- Hola, mindfulness; adiós, estrés
Pues bien, veamos cuatro formas distintas en que la práctica de atención plena nos ayuda a sobrevivir en esos momentos en que «todo debía ser perfecto, pero no lo es».
- Curiosidad. Observar detenidamente la realidad, sin juzgar lo que está ocurriendo y sin clasificarlo como bueno o malo, nos ayuda a desarrollar curiosidad por eso que pasa, quizás también por el porqué y, finalmente, por la enseñanza que podemos extraer de ello. Esto es inviable si le damos más importancia a nuestra opinión sobre las cosas que a las cosas en sí mismas.
- Aceptación. «Lo que hay es lo que es» y nosotras podemos quejarnos o añorar viejos tiempos, pero lo que está ocurriendo no va a cambiar y nuestra única salida es reconciliarnos con ello. Aceptar los cambios inesperados, los inconvenientes o las distintas situaciones, evita que utilicemos nuestra energía en luchar contra la realidad y nos permite gestionarla en otras acciones. Piensa algo, si estás ocupada quejándote, no puedes utilizar tu mente en buscar alternativas y resolver la situación. El primer paso para trabajar en algo es aceptar la base desde la que se parte.
- Asertividad. Comprender la situación de los demás y comunicarse asertivamente mejora las relaciones y la resolución de conflictos. Si todos aceptásemos la realidad y nos enfrentásemos a ella de forma asertiva, nuestras relaciones serían más sanas y estaríamos más acostumbras a negociar que a exigir. El mindfulness nos ayuda de forma natural a tener en cuenta las distintas posiciones de los demás, pues, en la medida en que comprobamos que nuestra forma de ver las cosas puede cambiar, comprendemos que esa forma de ver las cosas puede ser distinta en cada uno de nosotros.
- Consciencia. ¿Recuerdas que hemos hablado de cómo las vacaciones pasan en un abrir y cerrar de ojos? ¡Pues experimentar la consciencia plena te ayudará con eso! ¿Cuántas veces te das cuenta de que la vida es bella? ¿Cuántas veces te detienes y piensas «qué feliz y qué tranquila estoy»?
Las vacaciones y los momentos felices en general suelen pasar más rápido porque no nos detenemos a vivirlos tan intensamente como cuando se trata de dolor. En el dolor encontramos un punto muy fuerte donde poner nuestro foco y nos pegamos al sufrimiento, cosa que no hacemos en la alegría donde todo parece transcurrir inconscientemente.
La práctica de mindfulness ayuda a «darse cuenta» del momento presente. Si vivimos en nuestros pensamientos, no vivimos nuestra realidad y por eso la vida pasa tan rápido, incluyendo, por supuesto, nuestros días de vacaciones.
Resumiendo:
Tienes en tus manos el poder de cambiar la realidad en cualquier momento, pero para ello debes primero hacerte consciente de ella y después comprobar cómo todo tiene una segunda interpretación.
Acuérdate de mí cuando te sientas sobrepasada por la situación, enfadada, nerviosa o impaciente. Pregúntate, ¿cuál es mi realidad en este momento? ¿Un atasco, llegas tarde a algún lugar, te estás enfadando por momentos? ¿Realmente es tan importante como tu mente está intentando hacerte ver?
Reinterpreta tu realidad siempre que no te encuentres a gusto con ella. Tus vacaciones no solo serán un momento de descanso y disfrute, sino que serán un gran entrenamiento y ejercicio de autoconocimiento.