Bienvenido mes de agosto. Hace tiempo que te espero, más o menos un año. ¿Cómo estás? ¿Qué sorpresas tienes preparadas para mí? Te he estado esperando con mucho interés. Este año no ha sido fácil. He trabajado mucho, créeme… Mucho… Las formas de trabajar están cambiando, los volúmenes de trabajo, también. Tenemos más trabajo y menos personal en la empresa. Son tiempos difíciles. Trabajamos mucho pero no conseguimos grandes resultados.
Pero cuéntame tú… ¿Qué piensas hacer para regenerarme? Vengo muy cansada. Este año he sufrido mucho. He sufrido por el trabajo, he sufrido por mi salud y he sufrido por la salud de los míos. El estrés pasa factura y nosotros vamos sobrados de estrés. La vida es incierta y difícil. El futuro es una amenaza y el pasado… Ay… Guardo tan buenos recuerdos del pasado que cuando pienso en ello me deprimo. Pero todo eso ahora no importa. Ya estamos en agosto. ¿Qué haré estas vacaciones?
Querido mes de agosto, me gustaría desconectar. ¿Desconectar de qué? Desconectar de las prisas, de la vida, de la rutina y de las obligaciones. ¿Me ayudarás? ¿Qué? ¿Que no piensas ayudarme? No te entiendo, no entiendo nada. Necesito recargarme de energía para poder sobrevivir un año más, para poder luchar con la vida otro año más. La vida no es fácil. Tengo un montón de obligaciones y no disfruto de ninguna de ellas. ¿Cómo? ¿Crees que tengo que conectar? Ah… Ahora te entiendo, quieres que conecte con el mar, con la arena, con el olor a mediterráneo, con el tacto de la arena y el gusto de la sal.
Quieres que disfrute del mar sea en una roca, en la playa o en una cala perdida. Me propones que también vaya a la montaña y que disfrute del olor a tierra mojada, de los sonidos del bosque y de la fresca noche. ¿Que me bañe desnuda en un lago helado? Quieres que también conecte con mi pueblo, con el lugar donde me recargo cada año, el pueblo en el que me relajo y disfruto junto a mi familia y amigos. Pero yo no tengo ningún pueblo. ¿Crees que cualquier pueblo puede ser el mío? Tienes razón, en definitiva soy una buena hija adoptiva.
Me gusta explorar, de pequeñita solía explorar. Pues claro que puedo hacerlo ahora. Hay tantos pueblos bonitos que descubrir... Creo que también aprovecharé para conectar con las ciudades que visite, con su energía, con su vitalidad y con su oferta cultural. Conectaré con mi misma ciudad, la ciudad en la que habito. En realidad vienen miles de turistas cada año… Entonces, ¿por qué no voy a disfrutarla como un turista más? Puedo disfrutar de su programación de conciertos, de sus terrazas y de sus piscinas.
Tienes razón, las vacaciones son para conectar, no para desconectar. ¡Voy a conectar con la vida! Voy a aprovechar las vacaciones para conectar con mi pareja. Voy a redescubrir su cuerpo, su alma y sus prioridades. Vamos a hablar y vamos a jugar. ¡Vamos a conectar! Conectaré con mis hijos, haré todo lo que no puedo hacer durante el año. Jugaré con ellos, cantaremos, bailaremos, saltaremos y correremos; pero sobre todo los escucharé y hablaré con ellos. Aunque lo más importante es que aprovecharé las vacaciones para conectar conmigo misma, con mis deseos, con mis prioridades y mis objetivos. Conectaré conmigo y con mi vida para no acabar desconectándote la primera semana de septiembre. Conectaré conmigo misma para definir la vida que deseo y así no tener que desconectarme durante todo un año. ¡No quiero resignarme a vivir solo en agosto!