El verano está muy cerca y ya se empieza a pensar en las vacaciones y los chapuzones en el mar. Las buenas temperaturas que ya hay hacen que ya se haya estrenado la temporada de playa, y una de las preocupaciones a la hora de elegir a cuál ir es el estado del agua del mar.
Como cada año al iniciarse la temporada de verano para el baño, el ocio y los deportes en el agua, la Agencia Europea de Medio Ambiente publica su informe anual sobre la calidad de las aguas de baño europeas. El informe muestra que el 84,8% de las zonas de baño de Europa se encuentra en excelente estado de salud. Según este organismo europeo, la calidad de las aguas costeras e interiores se ha mantenido relativamente estable durante los últimos 7 años.
Aunque podrían parecer datos muy esperanzadores, estos pueden esconder una realidad muy distinta. Lucille Labayle, responsable de la Campaña de Calidad del Agua y Salud de la Surfrider Foundation Europe, una ONG creada en 1990 para proteger los océanos, alerta de que "para evaluar la calidad de las aguas de baño y clasificar las zonas, este informe se basa únicamente en la contaminación bacteriológica de origen fecal mediante dos indicadores, considerados hasta ahora por las autoridades europeas como los que afectan más directamente a la salud humana: los Escherichia coli y los enterococos intestinales".

Pero, ¿realmente es tan importante que se incluyan más criterios en estas investigaciones? La respuesta es contundente: sí. Labayle recuerda que "por un lado, las floraciones de algas o los residuos de plástico solo se incluyen en los perfiles de las playas o solo se inspeccionan visualmente, pero la contaminación química no se tiene en cuenta en absoluto. Por otro lado, el informe únicamente menciona las muestras tomadas durante la temporada de verano, y solo en los lugares de baño identificados como tales".
Surfrider Europe recuerda que hay muchas actividades deportivas acuáticas que se realizan durante todo el año, a menudo en lugares distintos de las zonas de baño, por lo que también hay que someterlas a un control riguroso. ¿Es realmente justo decir que el 84,8% del agua es de buena calidad ante tales condiciones?
Ante esta situación, la ONG ya ha emprendido un movimiento que ayude a cambiar los criterios de control. Se espera que a principios de 2023 se revise la Directiva de la UE relativa a la gestión de la calidad de las aguas de baño 2006/7/EC, retrasada en varias ocasiones, por lo que puede ser un momento legislativo decisivo. Esta decisión se inscribe dentro del Pacto Verde Europeo y del Plan de Acción Contaminación Cero, que reclama un entorno libre de sustancias tóxicas para los ciudadanos.

De cara a esa revisión de la Directiva, Surfrider Europe presentó ante la Comisión Europea, en junio de 2021, un Manifiesto europeo por unas aguas saludables. En él, se pide a la Unión Europea que reconsidere la supervisión de la calidad de las aguas de baño europeas en función de siete recomendaciones para adaptarse mejor a los retos de nuestro tiempo:
- Ampliar el control de la calidad del agua a zonas recreativas y de deportes acuáticos
- Añadir nuevos parámetros a tener en cuenta en la clasificación de las zonas. Estos incluyen contaminantes químicos, floraciones de algas nocivas y cianobacterias, así como residuos y plásticos.
- Controlar la calidad del agua durante todo el año, no solo en verano
- Imponer obligaciones a las autoridades para prevenir la contaminación y así evitar el problema de raíz
- Garantizar una mejor transmisión y acceso a la información sobre la calidad del agua
- Fortalecer y fomentar la participación pública
- Armonizar todas las políticas que impactan sobre el agua y la protección del medio marino
El informe anual de 2022 reitera los beneficios de unas aguas de baño urbanas saludables y señala específicamente el deseo de los residentes urbanos de poder bañarse en las aguas de su ciudad. "Con el Pacto Verde y el Plan de Acción de Contaminación Cero, la Comisión está asumiendo un compromiso real. Por ello, confiamos en esta voluntad general de crear una Directiva renovada y firme que proteja la salud del Océano y la salud de los europeos», afirma Lucille Labayle. Un paso más hacia conseguir unas aguas limpias y sanas en las que disfrutar, ya que hay que recordar el poder y los efectos del mar en nuestra mente.