¿Cuántas veces has oído que hay que beber entre 1,5 y 2 litros de agua al día? Posiblemente muchas, pero ¿sabías que para 2200 millones de personas eso es imposible porque viven sin acceso a agua potable? Parece mentira, ya que es el líquido básico que toda persona necesita para sobrevivir y del que dependen gran parte de actividades económicas.
Por eso, cada 22 de marzo desde 1993 de celebra el Día Mundial del Agua, con el que se pretende dar visibilidad al gran problema que hoy en día hay con el acceso a este líquido. La necesidad de buscar medidas para abordar esta crisis es urgente, ya que la Organización de Naciones Unidas estableció el Objetivo de Desarrollo Sostenible No 6: Agua y saneamiento para todos antes de 2030 y, a este ritmo, la meta está muy lejos.
Cada año este día se centra en un aspecto concreto. Para este 2023, bajo el lema Sé el cambio que quieres ver en el mundo, se pretende dar más importancia al impacto que pueden tener las pequeñas acciones individuales que podemos llevar a cabo en el día a día.

Pequeños cambios pueden marcar la diferencia
Estamos acostumbrados a escuchar que son las grandes industrias, empresas y gobiernos los que deben tomar medidas para solucionar la crisis climática, ya que son los sectores que más poder tienen, los que más recursos gastan y los que más contaminan.
Y, aunque esa idea es totalmente cierta, no podemos escudarnos en ella para no comportarnos tal y como nos gustaría. Si queremos exigirles cambios, deberíamos actuar de acuerdo a ellos, ya que hay que predicar con el ejemplo.
Este año, la campaña de la ONU tiene como símbolo a una colibrí, ya que hay una antigua fábula en la que una de ellas intentaba apagar un incendio ella sola ante la mirada de otros animales. Es evidente que ella no podía sola, pero estaba haciendo lo que creía necesario para solucionar el problema, y si todos los animales hubiesen hecho lo mismo, tal vez habrían podido conseguirlo.
Con nuestras acciones pasa lo mismo. Tal vez por lo que tú hagas en casa no se va a acabar la crisis, pero si todos ponemos un granito de arena, tal vez podemos conseguir que más personas tengan acceso a agua potable, o que no se sequen pozos y embalses locales.

¿Cómo ayudar en la crisis del agua?
Estas acciones de las que hablamos son muy variadas. Cuantas más lleves a cabo, más estarás contribuyendo, pero si tan solo realizas una ya estás poniendo de tu parte, y eso es importante. Estas son algunas de las más comunes:
- Ahorrar agua: Tomar duchas más cortas y no dejar el grifo abierto al cepillarse los dientes, lavar los platos o preparar la comida.
- Consumir productos locales: Comprar alimentos locales y de temporada. Buscar productos que hayan sido elaborados utilizando menos agua.
- Proteger la naturaleza: Plantar un árbol o crear un jardín infiltrante; utilizar soluciones naturales para reducir el riesgo de inundación y almacenar agua.
- Dejar de contaminar: No tirar restos de comida, aceite, medicamentos ni productos químicos por el retrete o el desagüe.
- Limpiar: Participar en batidas de limpieza de los ríos, lagos, humedales o playas de tu localidad.
- Romper tabúes: Hablar sobre la conexión fundamental que existe entre los retretes, el agua y la menstruación.
- Ser curioso: Averiguar de dónde procede el agua que utilizas y cómo se distribuye. Visitar una planta de tratamiento para saber cómo se gestionan los residuos.
- Eliminar los residuos de forma segura: Reparar las fugas en tuberías y desagües, vaciar las fosas sépticas llenas y denunciar los vertidos de lodos de depuración.
- Ejercer presión: Escribir a los cargos electos en relación con los presupuestos destinados al agua a nivel nacional e internacional.
Tal vez creas que son poca cosa, pero mejor realizar estas pequeñas acciones para acabar con la crisis del agua que nada. La ecoansiedad sigue creciendo en las nuevas generaciones, y si no hacemos nada, nuestro planeta llegará a un punto de no retorno del que nos arrepentiremos.
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